
Escribe: Antonio Risso, Managing Director de Wealth Management de Credicorp Capital
Hace unas semanas, el precio del del oro superó los US$ 4,000 por onza por primera vez en la historia, prolongando un repunte de más de 50% en lo que va del año. El cierre del gobierno estadounidense y la creciente preocupación fiscal en Japón y Francia tras recientes cambios en el liderazgo político han sido catalizadores claves. Históricamente, el precio del oro ha reflejado tensiones económicas y políticas: superó los US$ 1,000 tras la crisis financiera global, los US$ 2,000 durante la pandemia de COVID-19 y los US$ 3,000 con los planes arancelarios de la administración Trump.

A diferencia de otras crisis, el repunte actual responde a una combinación de factores: (i) el renovado ciclo de recortes de tasas en Estados Unidos, (ii) la preocupación por el valor del dólar a largo plazo, (iii) el aumento de las compras por parte de bancos centrales, y (iv) mayores entradas en fondos cotizados en bolsa (ETF). A continuación, desarrollo algunos de estos factores, considerando que los fundamentos respaldarían la tendencia alcista:
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Demanda cerca de máximos históricos. Los bancos centrales continúan buscando diversificar sus reservas y reducir la dependencia del dólar. Desde el 2022, las compras superan las 1,000 toneladas anuales, frente a un promedio de 481 toneladas entre el 2010 y el 2021. De otro lado, la participación en ETF sigue siendo robusta alcanzando cifras récord este año.
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Política monetaria e inflación. La tasa de interés real en Estados Unidos, que representa el costo de oportunidad de mantener activos sin rendimiento como el oro, cayó a su nivel más bajo desde mediados del 2022. Esto refleja las expectativas de recortes adicionales por parte de la Reserva Federal y una inflación persistente por encima del objetivo del 2%. De mantenerse esta tendencia, se reduciría el atractivo de los activos tradicionales y del dólar estadounidense, continuando los flujos de inversión hacia el oro.
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El valor del oro como cobertura. El oro ha superado a los principales índices de acciones y bonos este año, reflejando su papel de cobertura frente a riesgos económicos, políticos y geopolíticos. Asimismo, su baja correlación con estos activos en períodos de estrés, lo convierte en un diversificador clave. El oro es difícil y costoso de producir, convirtiéndolo en una reserva de valor en contextos de inflación que erosionan el poder adquisitivo del dinero.
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Aunque la perspectiva para el oro es favorable, no está exenta de fluctuaciones. Si bien ha generado rendimientos positivos en los últimos años, también debemos considerar la volatilidad en el camino. Por ello, resulta importante adoptar un enfoque gradual mediante inversiones escalonadas, aprovechando oportunidades para optimizar el costo promedio. Este enfoque disciplinado permitirá capturar el potencial del oro sin comprometer la estructura de un portafolio diversificado.