
Escribe: Galantino Gallo, CEO de Prima AFP
A menos de un año de las elecciones del 2026, y a pocos meses de que comience la campaña electoral, a los peruanos nos toca empezar a pensar en cómo queremos que luzcan el próximo Gobierno y el nuevo Parlamento –esta vez con dos cámaras–. Una tarea muy lejos de ser sencilla. A la vorágine de potenciales candidatos, consecuencia de tener decenas de partidos aptos para participar en la contienda, se suma la larga lista de problemas para los cuales los aspirantes al poder deberán proponer soluciones. A ello le sigue el proceso de separar lo potable de lo populista, lo urgente de lo superficial y las apuestas por el largo plazo del cortoplacismo.
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Esta última dicotomía será especialmente relevante cuando escuchemos propuestas sobre el futuro del sistema previsional, sobre todo si consideramos que, para cuando llegue el momento de los comicios, la reforma aprobada el año pasado llevará varios meses reglamentada. Cómo se seguirá construyendo sobre la base de esta debería ser uno de los principales ítems en la agenda de los postulantes, junto con una estrategia integral de seguridad social que abarque desde pensiones hasta salud y que nos permita proyectarnos a tener un país con un mínimo de garantías para el futuro.
Hay muchos frentes por abordar en este camino, desde la ampliación de la cobertura hasta los incentivos fiscales para el ahorro, pero tan importante como identificarlos es saber priorizarlos. Algunos requerirán más de cinco años –el tiempo de un periodo presidencial o parlamentario– para dar resultados. Asimismo, no sería realista ni eficiente pretender enfrentarlos todos a la vez. En esa línea, las propuestas más serias serán las que no impliquen meternos a la boca más de lo que podemos masticar y que reconozcan la gestión del próximo quinquenio como apenas un componente de todo lo que se tiene que venir.
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Que el sistema llegue a más peruanos, por ejemplo, es uno de los puntos que debe empezar a abordarse cuanto antes y con la conciencia de que el proceso de lograr que la mayoría esté protegida durante su vejez nos va a tomar tiempo. Hoy, alrededor del 70% de los adultos mayores no accede a ninguna pensión, y cerca de la mitad sigue trabajando, muchas veces en la informalidad y sin ningún tipo de cobertura. Es fundamental pensar en cómo atender a quienes ya superaron los 65 años y quedaron fuera del sistema (la ampliación del alcance de Pensión 65 con la reforma es un paso importante), pero el foco principal debe estar en evitar que las siguientes generaciones pasen por lo mismo. En ese empeño, la inclusión de los trabajadores independientes en el sistema es un requisito básico. El próximo Gobierno debe asumir el reto no solo de implementar correctamente los aportes obligatorios, sino –sobre todo– de impulsar una campaña de educación previsional que explique con claridad los beneficios de este tipo de ahorro, y de ejecutar, con la promoción de legislación específica, un esquema de incentivos (como el ‘matching’, por ejemplo) que haga tangible el valor de alimentar regularmente los fondos de pensiones.
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Un presidente que cierre su mandato habiendo puesto en marcha un plan serio para ampliar la inclusión en el sistema previsional ya habrá dejado un legado con impacto duradero. Y si lo hace, en paralelo, con el nombramiento de un ministro de Economía que vaya a acompañar la ejecución de la reforma y que trabaje decididamente por aumentar la inversión (clave para el crecimiento de los fondos), aún mejor.
Desde el Congreso, también hay mucho por hacer. Luego de cinco años en los que ha habido siete retiros extraordinarios de los fondos, lograr que pasen cinco sin ninguno, en beneficio de la sostenibilidad del sistema y del futuro de los afiliados, sería un gran paso. Pero también lo serían la implementación de los incentivos a los que nos hemos referido y la revisión técnica y constante de factores como los límites de inversión en el extranjero para que las administradoras puedan mantener sus carteras lo más diversificadas posible.
En general, hay mucho por hacer, pero los participantes y los eventuales ganadores de las próximas elecciones tienen que enfocarse en lo que pueden lograr. La apuesta debe ser por el largo plazo, por gestionar el futuro pensando más allá de los cinco años que se tendrán en el poder. Sobre todo, cuando se trata del sistema previsional.