
Escribe: José Ricardo Stok, profesor emérito del PAD
Hace poco hablaba de algunas rémoras de las que deben despojarse los empresarios para servir a la sociedad. Constatamos, día a día, que hay muchas necesidades y personas necesitadas que nos reclaman atención. Enseñaba Aristóteles: “De qué sirve la abundancia de bienes si no somos capaces de hacer el bien”. Ayudar a los demás, en la medida de lo posible… y no me refiero solo a lo económico: hay soledad, tristeza, desesperanza –un caldo de cultivo para políticos inescrupulosos y el nefasto populismo–. Dar sin pedir a cambio cuando uno está en posición de colaborar: no podemos pasar sin ver la necesidad con la que convivimos.

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En los momentos de dificultad se pone a prueba el espíritu empresarial. Conozco muchos empresarios valientes, esforzados y comprometidos con cambiar el entorno, pero hay muchos más que parecen ponerse de costado y generan daño a la empresa.
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Nadie duda que hoy en día los riesgos son enormes, pero si uno se siente capaz de integrar un grupo de personas con el ánimo firme de crear valor y lograr cambios positivos, aceptar el desafío es casi un deber. Es difícil, sí, pero no es imposible. No lo es cuando las personas tienen claro que ningún objetivo puede contradecir los principios fundamentales de la vida del ser humano, la moral, las buenas costumbres, los preceptos éticos. No lo es si se tiene claro que ningún fin justifica los medios.
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Ahora bien, es oportuno preguntarnos: ¿somos capaces de cambiar la sociedad? Este es el gran reto para cada uno: ¿qué quiero hacer?, ¿qué puedo hacer?, ¿qué debo hacer?
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Claro que somos capaces –y sin necesidad de entrar en la política–. Hay mucho que hacer en otros ámbitos donde somos insustituibles: en la familia, asegurándose que los hijos comparten los principios y valores que les han inculcado; en la empresa, no permitiendo situaciones o acciones que le guiñen un ojo a la corrupción; estar atentos a las actividades donde se puedan presentar vicios o incorrecciones. ¡No claudiquemos ante el mal!
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El gremio es otro campo de acción importante que reclama una presencia de integridad, denunciando la corrupción sin tapujos; allí, en lo gremial, con otros colegas, se pueden fomentar iniciativas valiosas para contribuir a mejorar la sociedad: se puede hacer mucho bien desde los gremios. Y, finalmente, si les queda tiempo y ganas, y con la aprobación familiar, que también tiene que entender esa cuota de sacrificio, entren en la actividad pública que brinda muchas y variadas posibilidades y requiere de personas íntegras y capacitadas. Con plena libertad y responsabilidad, cada uno de nosotros debemos pensar cuál y cómo será el ámbito de acción.
No nos ha ido tan mal… Y no nos irá mal con la ayuda de Dios y si ponemos claridad de mente, voluntad firme y corazón generoso, cuatro factores que garantizan que podremos lograr cambios para el bien de todos actuando sin desperdiciar este momento que es único.

Profesor emérito del PAD, Escuela de Dirección de la Universidad de Piura.