
Escribe: Gabriel Arrieta Padilla, investigador afiliado del Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico, Universidad del Pacífico
En abril último, el Índice de Incertidumbre en la Política Comercial (TPU, por sus siglas en inglés) alcanzó un máximo histórico de 1,151 puntos, tras la aplicación de nuevos aranceles por parte del gobierno de Donald Trump en su segundo mandato (específicamente, en el “Día de la Liberación”). Este escenario ha incrementado los riesgos para países como el Perú, dependientes del comercio exterior, y plantea la necesidad de diversificar destinos de exportación más allá de Estados Unidos con una visión al Asia-Pacífico.
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Múltiples especialistas coinciden en que el siglo XXI es “el siglo del Asia-Pacífico” por la identificación de incrementos en la influencia económica (comercial) y política en el mundo. Por ejemplo, solo China, Japón y Corea del Sur, las tres principales economías asiáticas, representaban el 13% del total de las exportaciones mundiales en el 2001 (coincidente con el año de ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio) y ahora concentran más del 21% según los datos del 2024. Esta relevancia es un evidente reflejo del dinamismo económico adquirido en esta región.
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Al cierre de los datos oficiales del 2024, Perú tuvo a tres economías asiáticas entre sus diez destinos de exportación: China (1°), Japón (6°) y Corea del Sur (9°). Sin embargo, una particularidad de las relaciones bilaterales es que más del 60% del valor de las exportaciones peruanas a estos destinos estuvo concentrado en productos tradicionales (incluso, hacia China, este tipo de envíos superaron el 90% del valor total exportado con los concentrados de cobre como principal producto exportado en el 2024). Con estos datos, identificamos que el gran desafío a superar para considerar estas relaciones bilaterales como una posibilidad para mitigar los riesgos de política comercial es aumentar el valor de los productos con mayor valor agregado, sector donde Estados Unidos es el principal destino. Esto no implica que dejemos de exportar productos tradicionales ni tampoco sustituir a Estados Unidos por los países asiáticos, sino que deben ser vistos como complementos a la estructura actual del comercio peruano.
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En esa línea, nos preguntamos: ¿Cómo podemos superar este desafío y aprovechar las relaciones bilaterales comerciales con países asiáticos para mitigar los riesgos asociados a políticas comerciales externas? Para responder a esta pregunta, tres tareas recaerían sobre la agenda de política económica peruana.
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1. Mejorar la capacidad productiva de las empresas peruanas. Exportar con valor agregado exige producir a gran escala y con mayor eficiencia, especialmente considerando que China, Japón y Corea del Sur reúnen más de 1,600 millones de consumidores y son mercados donde se genera una gran competencia. Según la literatura económica, la consolidación de relaciones bilaterales, la diversificación de productos y una mayor inversión en innovación puede reducir la exposición a shocks externos. El papel del sector público es preponderante a través del desarrollo de infraestructura física y logística y programas de financiamiento para las empresas exportadoras.
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2. Aprovechar mejor los acuerdos comerciales. Perú cuenta con 23 acuerdos vigentes, incluidos tratados bilaterales con China, Japón y Corea del Sur. Aunque ofrecen beneficios arancelarios y otras oportunidades, su uso sigue siendo bajo. Las empresas enfrentan barreras de información, desconocen reglas de origen e incluso la existencia de estos tratados. Es fundamental fortalecer las capacidades empresariales para utilizar estos instrumentos más allá de los aranceles, incluyendo servicios, inversión y compras públicas.
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3. Fomentar un mayor conocimiento de la oferta exportadora peruana. En Asia aún existe un bajo reconocimiento de los productos peruanos, especialmente fuera de las grandes ciudades. Para revertirlo, se necesita una presencia más activa de nuestras oficinas comerciales y consulados (Chile utiliza sus consulados como plataformas de promoción comercial), además de una estrategia agresiva de promoción e inteligencia comercial. Conocer bien los mercados asiáticos y ser conocidos por ellos es clave para posicionar productos peruanos frente a competidores como Chile o México.
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De esta manera, haciendo énfasis en los factores expuestos, debemos incentivar esfuerzos en la agenda interna para estar preparados ante posibles choques comerciales similares y situaciones de incertidumbre en un futuro cercano. Por ello, con una mayor consolidación de las exportaciones hacia China, Japón y Corea, en particular de exportaciones no tradicionales, aseguraríamos una amplia gama diversificada de productos y la reducción de la exposición de las empresas peruanas exportadoras a los riesgos e incertidumbre comercial.