El último martes se llevó a cabo una reunión diplomática en el Pentágono, en Washington D.C., entre el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Pete Hegseth; el ministro de Defensa peruano, Walter Astudillo, y el canciller Elmer Schialer. El objetivo de la cita fue estrechar los lazos bilaterales en materia de Defensa. Sin embargo, uno de los puntos más llamativos del encuentro terminó siendo la claridad con que el Gobierno de Donald Trump le advirtió esta vez al Perú sobre su creciente preocupación por la influencia china en la región.
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Durante la cita, Hegseth advirtió a las autoridades peruanas que, en la visión de Estados Unidos, China representa hoy “una amenaza activa para la paz y la seguridad en América Latina”, por lo que su país no podía “ignorar su expansión encubierta disfrazada de desarrollo”. El funcionario agregó que “Pekín invierte para dominar, no para cooperar”.
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Si bien hace no mucho el propio Trump había hecho saber que su Gobierno estaba considerando imponer aranceles a los productos importados desde puertos chinos en otros países, lo del martes ha sido la primera vez en que Estados Unidos ha utilizado un lenguaje tan directo para expresar su preocupación por el reciente crecimiento de la inversión china en el Perú . Ello, como se sabe, no proviene solo del Megapuerto de Chancay, sino también de la compra de empresas y concesiones clave en sectores como el minero, el tecnológico o el energético.
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Todo ello, cabe destacar, se ha venido dando en un contexto de similar crecimiento de la inversión china en varios otros países de América Latina, que, si bien se ha ralentizado recientemente, también se ha especializado, en línea con los intereses económicos chinos. Con todo ello, es ciertamente probable que los objetivos del Gobierno chino sean más geopolíticos que producto de su relación bilateral con el Perú o con el resto de la región.
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El Perú no es un país que pueda, fácilmente tomar una posición política firme en favor (o en contra) de una de estas dos potencias. Se trata, nada más y nada menos, de nuestros dos socios comerciales más importantes. Y en un momento de bajo crecimiento económico e inestabilidad en el mercado internacional como el que tenemos por delante, el impacto de que las exportaciones se vean afectadas por motivos políticos podría ser demasiado alto.
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El Perú debe mantenerse neutral. La inversión privada debe alentarse y ser bienvenida, siempre que respete las leyes peruanas (que incluyen la obligación de que el Estado cumpla con los contratos tal como fueron firmados). Para ello, sin embargo, es vital que el Gobierno cuente con funcionarios de primer nivel que sepan llevar estas negociaciones. Urge que estemos a la altura.
