
Escribe: Elena Conterno, especialista en políticas públicas
El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que nos invita a reflexionar sobre lo que podemos hacer a nivel individual y empresarial para evitar que la violencia siga siendo un lastre cultural que limita el bienestar y frena el progreso de las mujeres.
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Más allá de las agresiones físicas, el acoso –en la calle, en el trabajo, en las redes sociales o en los espacios educativos– es una de las formas más persistentes y normalizadas de esta violencia.
El acoso sexual en espacios públicos es cualquier conducta de naturaleza sexual no deseada ni consentida que genera incomodidad, hostilidad o temor. Incluye desde comentarios y miradas inapropiados, hasta gestos obscenos, persecución, exhibicionismo, roces intencionados y tocamientos. No es un halago. Supone una invasión de la dignidad y la tranquilidad de quien lo sufre.
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En los espacios laborales, el acoso suele disfrazarse de “broma”, “confianza” o “costumbre”. Sin embargo, sus efectos son reales: deteriora la salud mental, desmotiva, afecta la productividad y empobrece la cultura laboral. Una analista cuenta que su jefe le pedía “reuniones frecuentes solo los dos” sin motivo profesional y, como se negaba, luego la excluía de otras reuniones. En una fábrica, una trabajadora solía escuchar comentarios sobre su anatomía en los pasillos. En un restaurante, un cliente buscaba roces “accidentales” con la mesera. Ninguna de estas situaciones es menor: todas son acoso, todas vulneran la dignidad y minan la confianza.
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Estas situaciones suceden cada día. Son acoso, son violencia, y vulneran el derecho de las personas –generalmente mujeres– a desenvolverse, transitar y trabajar sin miedo. Además, si se toleran o minimizan, abren la puerta a conductas más graves. El acoso sexual laboral afecta a cuatro de cada diez mujeres y solo una de cada cien denuncia.
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Frente a esta realidad, el Perú ha aportado una innovación reconocida en la región: ELSA – Espacios Laborales sin Acoso, que permite a las organizaciones diagnosticar, prevenir y hacer frente el acoso laboral. Mide la prevalencia del acoso y la tolerancia interna, diseña estrategias preventivas y ofrece capacitación. Su metodología incorpora el rol del testigo activo: esa persona que presencia una conducta inadecuada y puede optar por intervenir y reportarla. Las empresas que han aplicado ELSA han logrado reducir la incidencia de acoso sexual en más de 60% en un año. Prevenir el acoso no es un gasto, sino una inversión en integridad, talento y productividad.
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Por su parte, el acoso callejero es un problema naturalizado e invisibilizado. Para muchas personas ni siquiera es un problema y consideran que son solo “piropos” o “bromas”. Lamentablemente, son comunes los casos de mujeres a las que siguen varias cuadras o rozan en el transporte público. La iniciativa Paremos el Acoso Callejero ha sido clave para visibilizar el acoso sexual en espacios públicos y lograr la aprobación de la Ley 30314, que en el 2015 lo reconoció y sancionó como una forma de violencia de género.
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Para hacer frente al acoso callejero, resulta interesante la iniciativa Stand-Up, impulsada por L’Oréal Paris y la ONG Right To Be, que capacita para intervenir de forma segura. Su metodología de las 5D’s –Distraer, Delegar, Documentar, Dirigirse y Desahogar– ofrece herramientas sencillas para que los testigos actúen sin exponerse.
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Así, las empresas pueden promover espacios libres de acoso en sus centros de trabajo aplicando la metodología ELSA y también combatir el acoso callejero difundiendo la metodología Stand-Up. Es importante capacitar a los trabajadores para que sepan detectar el acoso laboral y callejero, así como para que se conviertan en testigos activos que sepan intervenir. También es muy relevante que las empresas de transporte público, los gimnasios, los bares y las universidades promuevan la figura del testigo activo entre sus usuarios.
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Frenar el acoso es defender la dignidad, la libertad y la seguridad de las mujeres, así como evitar que se produzcan otras formas de violencia más graves. No basta con no ser parte del problema, debemos ser parte activa de la solución, seamos testigos activos y promovamos que más personas lo sean.
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Este domingo, demos pasos concretos participando en la Caminata por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que organiza CARE Perú.








