
Escribe: Oscar Silva Valladares, banquero de inversiones
Las reservas internacionales netas del Perú han crecido en 31% de $65,074 millones (enero del 2014) a $85,263 millones (junio del 2025), o un aumento anual promedio de 2.4%. Meritoria labor, pero la composición de estas reservas origina serios interrogantes ya que no parece reflejar los cambios del contexto económico, geopolítico y financiero mundial.
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Una base de la política monetaria de un país es la gestión de reservas. Las reservas en moneda extranjera actúan como respaldo de la moneda local, herramienta de política cambiaria o monetaria, servicio de pasivos y obligaciones de deuda, fuente de fondos para financiar el gasto público en el exterior, defensa ante emergencias, y como fondos de inversión.
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La gestión de reservas en moneda extranjera debe responder al contexto geopolítico internacional. Este contexto ha cambiado dramáticamente siendo sus manifestaciones más importantes el peligroso incremento de la deuda pública norteamericana, la disminución del poder económico de los países industrializados occidentales y las crecientes tensiones entre las superpotencias.
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La deuda pública norteamericana se quintuplicó de $ 5,000 billones (2008) a $ 25,000 billones (2023) sin afectar el crecimiento incontrolable de gastos. El déficit del presupuesto federal norteamericano es de $ 1,855 billones o 27% de gastos totales del $ 7,000 billones, y el país no tiene un superávit presupuestal desde el 2001. De ese gasto, el 14% ($ 952 billones) va al pago de intereses, excediendo el gasto militar de $ 859 billones. La deuda pública norteamericana es 125% de su economía, el quinto peor en el mundo. Hay una creciente preocupación en los mercados financieros sobre estos hechos que, en el mejor caso, pueden ocasionar una seria erosión del valor del dólar norteamericano.
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Los países industrializados de occidente han perdido su hegemonía económica. De las diez economías más grandes, en términos de paridad de poder adquisitivo, los países más importantes del G7 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido) solo representan el 42% mientras que los BRICS (China, India, Rusia, Brasil e Indonesia) lideran con el 58%.
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Las tensiones entre superpotencias ha llevado a Estados Unidos a continuar utilizando al dólar como arma geopolítica. Las sanciones masivas contra Rusia iniciadas en el 2022, incluyendo el intento de aislarla del sistema financiero mundial con desconexión del sistema de pagos SWIFT y el embargo de $ 300 billones de reservas rusas, llamó la atención mundial sobre los riesgos que significa mantener reservas en dólares americanos y en jurisdicciones de países industrializados.
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Numerosos países están reaccionado frente a estos desafíos e incertidumbres. Mientras que en el 2001 las reservas globales en dólares americanos eran el 72% del total, en el 2023 bajaron al 59%. Algo similar ocurre con el euro, reflejando el creciente deterioro de la posición competitiva europea, cuya participación como reserva global cayó de 28% (2009) a 20% (2023). La tenencia de bonos norteamericanos en reservas ha disminuido; en el caso de China bajaron del 11.5% (2011) al 3.7% (enero del 2023).
El oro ha reasumido su histórico carácter cautelar. Varios países del G7 tienen la mayoría de sus reservas en oro incluyendo Alemania (77.6%), Francia (75.1%), Italia (74.4%) y por supuesto Estados Unidos (78.5%).
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¿Y el Perú? El Banco Central de Reserva no ofrece detalles sobre la composición de los valores de sus reservas, pero la mayoría (71.9%) son sin duda obligaciones de corto y largo plazo emitidos por el Tesoro de los EE.UU. Respecto a tenencias en oro, desde el 2014 las reservas peruanas representan un volumen físico de 1.1 millones de onzas troy que obviamente aumentaron en valor pero que solo representan el 4.3% del total, cantidad sorprendentemente baja en América Latina en donde hay inversiones más altas independientemente de posiciones ideológicas, incluyendo Bolivia (91.5%), Venezuela (89.8%), Ecuador (35.7%) y Argentina (17.6%).
A fines de mayo el presidente de J.P. Morgan anunció en el Wall Street Journal la posibilidad de una “grieta” en el mercado de bonos norteamericanos, eufemismo de colapso financiero. En el 2002 la tesorería británica cometió el error colosal de vender 395 toneladas de onzas troy a un precio de $ 280 por onza, desacierto que aun causa lamentos. Ojalá no queden en el vacío la advertencia de J P Morgan y las lecciones del yerro británico.