
Escribe: Mercedes Araoz, profesora en la Universidad del Pacífico
La economía, como ciencia social, teoriza sobre los comportamientos humanos en los diferentes mercados, usando la observación de comportamientos previos ante determinados incentivos. Para ello utiliza técnicas estadísticas que correlaciona datos y busca las causalidades entre variables económicas, buscando al menos no negar sus hipótesis sobre esos comportamientos. Es claro que para hacer estas predicciones tiene que modelar la realidad haciendo muchos supuestos, como en cualquier otra ciencia.
Uno de los supuestos claves es la ausencia de incertidumbre y, si la hay, la limitación de esta, a través de un cálculo de probabilidad de ocurrencia de determinados hechos, que los individuos o las empresas usan para tener una certidumbre relativa y minimizar sus riesgos a la hora de tomar decisiones.
Esas probabilidades pueden ser objetivas o subjetivas, las primeras usan información estadística, las subjetivas están más relacionadas con las percepciones individuales sobre las posibles pérdidas o ganancias de la ocurrencia de determinados eventos. Por ejemplo, se puede encontrar gente que es amante del riesgo y apuesta en contextos de alta incertidumbre y probabilidad de pérdida, por ejemplo, los especuladores; otros serán neutrales y muchos otros tendrán aversión al riesgo, pues prefieren preservar un nivel de ingreso o rentabilidad a perderlo en un juego, es el caso de las empresas que rinden cuenta a sus accionistas y a otras partes interesadas (trabajadores, clientes, etc.) de los que requiere su confianza.
LEA TAMBIÉN: Seguro contra riesgos de daños ocultos: ¿Qué es y como funcionaría?
Muchas veces los mercados suelen crear instrumentos y contratos para distribuir el riesgo entre los amantes de este y los que son aversos a él. Pero no olvidemos que para que estos sean válidos debemos de tener un sistema de reglas claras, transparentes, que se cumplan para asegurar que estos instrumentos de mercado funcionen, se necesitan algunas certezas que solo nos la da un Estado de Derecho, con una institucionalidad sólida que permita que los mercados operen con la mayor competencia posible.
“Lo que vemos en el mundo de hoy es un acelerado incremento de la incertidumbre, el derrumbe de las instituciones, y la ruptura de las reglas del juego en política y economía internacional”.
Lo que vemos en el mundo de hoy es un acelerado incremento de la incertidumbre, el derrumbe de las instituciones, la ruptura de las reglas del juego en política y economía internacional, que genera una tremenda inestabilidad global, que quizás agrade a los especuladores, pero que daña las posibilidades de crecimiento global.
En los primeros meses de este año la incertidumbre provocada por los cambios en política comercial de EE.UU., la llamada guerra comercial, que no es contra un solo país, sino contra el mundo, incluyendo contra las propias multinacionales americanas -como el caso reciente de las amenazas a Apple por relocalizarse desde China a India- ha sido la comidilla del día a día de los economistas y financieros que tratan de entender cuál será el siguiente paso que dará el Gobierno americano en esta novela, cuya trama tiene en tensión al mundo entero.
LEA TAMBIÉN, Mercedes Araoz: Prevenir frente a la volatilidad global
Sin embargo, hemos descuidado observar otros aspectos de la institucionalidad de losEE.UU. y su política exterior que también acrecientan la incertidumbre y debilitan las posibilidades de transacciones e inversiones. Por ejemplo, utilizando la necesidad de “competitividad” de las empresas americanas, suspendió por 180 días la ley de 1977 en contra de las prácticas corruptas en el extranjero (FCPA, por sus siglas en inglés), que ha sido inspiración para muchas normas en el mundo, incluso en el Perú, de debido cumplimiento y responsabilidad penal de las firmas en sobornos internacionales. Con ello se debilita la conducta ética, incrementan los riesgos en los negocios y los costos de transacción para aquellas empresas que quieren mantener un buen cumplimiento.
Asimismo, se ha debilitado la transparencia de la función pública, restringiendo el acceso a la información y la rendición de cuentas y se ha acrecentado la desprotección de los derechos civiles, como la libertad de opinión, de prensa, de cátedra en las universidades, la persecución de firmas de abogados y de sus clientes, si los primeros han defendido causas en contra del gobierno, entre otras perlas, generando incertidumbre regulatoria y desigualdad competitiva.
LEA TAMBIÉN: Perú debe prepararse a un poco probable pedido de renegociación del TLC con EE.UU.
Perú debe observar estos eventos con detenimiento, no podemos ni debemos transitar internamente este camino de oscurantismo. El Gobierno actual y el Legislativo deben rectificar su camino, lleno de señales contradictorias y cambios súbitos de timón, tener apertura y diálogo y comunicación transparente, a través de la prensa y otros actores, para llegar mejor a los ciudadanos.
Y los ciudadanos debemos estar vigilantes, sobre todo en este proceso electoral que se avecina, no votemos por personajes por su popularidad y sus discursos populistas, exijamos equipos y planes de gobierno bien afiatados. Estos planes, de ganar, serán un contrato con los votantes, sus políticas generales de gobierno, que no pueden cambiar cada vez que cambia un ministro. La incertidumbre institucional no es buena para el crecimiento y la reducción de la pobreza, es nuestro deber ciudadano aminorarla.