“La construcción de portafolios se centra en metas individuales y no en parámetros netamente de mercado”.  (Foto: Freepik)
“La construcción de portafolios se centra en metas individuales y no en parámetros netamente de mercado”. (Foto: Freepik)

Antonio Risso

Managing Director de Wealth Management de Credicorp Capital

Tradicionalmente, los gestores de patrimonios hemos construido portafolios para clientes en base a su tolerancia al riesgo. Para ello, nos hemos valido de encuestas de perfilamiento que buscan identificar y medir la capacidad y tolerancia para afrontar el riesgo y con ello recomendar un portafolio de inversión con cierta expectativa de retorno y volatilidad. Sin embargo, este modelo termina por encasillar a las personas en un conjunto limitado de portafolios eficientes, construidos sobre la clásica frontera de riesgo-retorno, lo que reduce la flexibilidad y la personalización.

Hoy en día, la asesoría patrimonial está migrando hacia un enfoque más personalizado conocido como Asignación Estratégica de Activos en Base a Objetivos, o “Goals Based Asset Allocation”. Según Robert Shiller, Nobel de Economía, “Las finanzas no se tratan simplemente de ganar dinero sino de lograr nuestros objetivos más profundos y proteger los frutos de nuestro trabajo”. Y es que el modelo institucional estándar centrado en rendimientos máximos basados en análisis históricos, puede pasar por alto profundos matices personales y aspiraciones individuales.

LEA TAMBIÉN: Las oportunidades de inversión están más cerca de lo que uno piensa

La pirámide de las finanzas conductuales propuesta por Jean Brunel ofrece un marco referencial para evaluar las funciones y responsabilidades de cuatro capas en la construcción de portafolios:

Primera capa de necesidades básicas: sub-portafolio conformado por los activos menos riesgosos, destinado a cubrir los gastos indispensables de estilo de vida.

Segunda capa de necesidades discrecionales: sub-portafolio de perfil conservador para cubrir gastos opcionales, como viajes o renovación de vehículos.

Tercera capa de deseos: sub-portafolio equilibrado en riesgo para abordar aspiraciones como los objetivos de sucesión.

Cuarta capa de sueños: sub-portafolio de largo plazo, que puede incorporar activos más riesgosos para perseguir fines de mediano y largo plazo como la filantropía.

La aceptación del riesgo varía en cada capa. Quienes cuentan con un patrimonio limitado solo pueden estructurar portafolios con las dos primeras capas, por lo que la toma de riesgo debe ser muy acotada. A medida que aumenta el patrimonio o la dependencia de ingresos del portafolio disminuye, es posible incorporar las capas de deseos y sueños, lo que permite asumir más riesgo –entendido como la capacidad de soportar mayores fluctuaciones de valor del portafolio en el tiempo- y aspirar a mayores retornos en el largo plazo.

Este enfoque orientado a objetivos implica que el riesgo relevante ya no es simplemente la varianza o volatilidad, sino la probabilidad de no alcanzar los objetivos financieros personales. Así, la construcción de portafolios se centra en metas individuales y no en parámetros netamente de mercado. El resultado es que los inversionistas se vuelven menos propensos a decisiones emocionales, obtienen estrategias más personalizadas y participan de manera más activa en el manejo de sus inversiones.

Estimado(a) lector(a)

En Gestión, valoramos profundamente la labor periodística que realizamos para mantenerlos informados. Por ello, les recordamos que no está permitido, reproducir, comercializar, distribuir, copiar total o parcialmente los contenidos que publicamos en nuestra web, sin autorizacion previa y expresa de Empresa Editora El Comercio S.A.

En su lugar, los invitamos a compartir el enlace de nuestras publicaciones, para que más personas puedan acceder a información veraz y de calidad directamente desde nuestra fuente oficial.

Asimismo, pueden suscribirse y disfrutar de todo el contenido exclusivo que elaboramos para Uds.

Gracias por ayudarnos a proteger y valorar este esfuerzo.