
Escribe: Pia Zevallos, gerente general de Libélula
La crisis climática impone una transformación profunda de la economía global, con un compromiso mundial de alcanzar la carbono-neutralidad al 2050, según el Acuerdo de París, y de establecer metas hacia el 2030. En el caso de Perú, el país tiene un compromiso de reducir sus emisiones hasta en 40% en esa fecha. Esta tendencia viene acompañada de grandes retos y de crecientes exigencias regulatorias: países como Chile y Colombia han implementado desde el 2017 un impuesto al carbono como herramienta para acelerar la descarbonización, el cual posteriormente han migrado hacia mercados internos de carbono.
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Las empresas del sector privado han ido madurando en su acción climática: comenzaron con la medición de su huella de carbono, continuaron con la implementación de medidas ambiciosas para reducir emisiones y, finalmente, compensan lo que ya no pueden reducir a precios competitivos. En este contexto, los mercados voluntarios de carbono se consolidan como una herramienta estratégica para lograr los objetivos establecidos, sin comprometer la salud financiera de las empresas. A través de ellos, las compañías pueden compensar sus emisiones mediante la compra de créditos de carbono –certificados generados por proyectos que capturan o reducen gases de efecto invernadero– como parte de su estrategia.
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Existe una gran variedad de sectores que pueden abarcar estos proyectos, entre ellos, energías renovables, conservación forestal y soluciones basadas en la naturaleza. De acuerdo al reporte Voluntary Carbon Market 2024 Review, de Climate Focus, Perú ocupa el tercer lugar como emisor de créditos de este tipo, resaltando el potencial y la gran oportunidad para posicionarnos como proveedores clave de estas soluciones. Comprar créditos de carbono de alta integridad ambiental promueve la formulación de este tipo de proyectos, que van transformando nuestra economía hacia la sostenibilidad y la resiliencia.
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En los últimos años existieron ciertas controversias en torno a los créditos de carbono, sobre todos aquellos vinculados al sector forestal; sin embargo, desde el Consejo de Integridad para el Mercado Voluntario de Carbono (ICVCM, por sus siglas en inglés) se viene buscando que los créditos que se generen en proyectos sean de alta integridad y calidad, y generen beneficios conexos que contribuyan el desarrollo sostenible.
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Prepararse para participar en el mercado voluntario de carbono y compensar emisiones no es una tarea compleja. Una guía práctica para comenzar incluye pasos clave como la medición de la huella de carbono, la evaluación de proyectos de compensación para asegurar su integridad ambiental y efecto transformacional, y la formación de alianzas estratégicas, integrando así los mercados voluntarios en su estrategia de sostenibilidad.
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Hoy, participar en mercados voluntarios de carbono se convierte en una ventaja competitiva. Incluir créditos de carbono en la estrategia empresarial permite atraer inversión verde, responder a cadenas de suministro sostenibles y fortalecer la reputación ante consumidores e inversionistas. El enfoque desde las organizaciones debe estar en evaluar proyectos de compensación que generan impacto real y co-beneficios, integrando los créditos de carbono dentro de la estrategia financiera y de sostenibilidad.
