
Escribe: Pedro Pablo Kuczynski, expresidente de la República
El entusiasmo que ha generado en el Perú, en Estados Unidos y en América Latina la elección del Papa León XIV crea una gran oportunidad para solucionar los problemas que enfrenta la Iglesia católica en el mundo. Hoy la religión católica abarca más o menos el 17% de la población mundial. El crecimiento más fuerte ha sido en zonas emergentes como África y, en menor grado, en Estados Unidos. No voy a hablar de los grandes retos morales que ha enfrentado la Iglesia frente al abuso de niños y jóvenes. Esta crisis moral ha frenado el crecimiento de la Iglesia, sobre todo en América Latina, dándole una ventaja a los grupos evangélicos.
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Un elemento fundamental pero poco mencionado para el éxito de las reformas es la fortaleza financiera. Esta lamentablemente se ha deteriorado para el Vaticano y para las iglesias católicas en América Latina. Urge un plan de reforma. El Papa Francisco inició una reforma de las finanzas del Vaticano, que son fundamentales para mantener la fuerza económica de la iglesia y de sus diócesis arzobispales en todo el mundo. Ahora, para que la moralidad vuelva a impulsar la fuerza de la Iglesia, se necesita impulsar la reforma financiera, empezando por las finanzas del Vaticano.
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Es muy difícil monetizar los activos históricos de la iglesia, que no tienen precio, pero lo que sí se puede hacer es transparentar sus presupuestos, sus recursos e irlos mejorando. Lo primero es tener objetivos financieros claros, obviamente sin olvidarnos de lo principal que es lo espiritual. En los últimos años se contrataron banqueros, pero los resultados no han sido muy buenos: un ejemplo fue la inversión en bienes raíces de lujo hechos en Londres y que terminaron mal. Es fundamental que los asesores financieros del Vaticano y también de las arquidiócesis tengan prioridades claras, en vez de impulsar inversiones dudosas.
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Si hacemos una comparación con las finanzas de las diversas iglesias evangélicas, vemos que muchas de estas últimas tienen utilidades y reservas cuantiosas, en parte por el entusiasmo de sus miembros, que se sienten parte de un esfuerzo local y financieramente exitoso.
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Para emprender el camino de la reforma financiera, es fundamental entender bien cuál es el mercado al cual se dirige la Iglesia, empezando por sus diócesis locales, luego subiendo a los nacionales y, finalmente, llegando al nivel internacional, dirigido desde Roma. Primero, se debe empezar viendo lo que se puede vender, sobre todo en propiedades desaprovechadas. Luego se debe priorizar una campaña de inversiones bien pensadas a largo plazo: inversiones no significa tener banqueros de inversión que son caros y en realidad no conocen mucho del negocio de gestión de fondos. Más bien, se debe promover modelos de inversión a largo plazo, como el que creó el hoy magnate Warren Buffet a lo largo de su muy exitosa carrera en los últimos sesenta años. Este es un sistema donde se paga muy poco en comisiones y costos de transacciones, se liquidan gradualmente las inversiones y se invierte bien la caja.
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El Perú hoy es un buen laboratorio para iniciar este tipo de trabajos: la iglesia tiene inversiones históricas en bienes raíces que no están siendo aprovechadas. El resultado es tener recursos muy limitados para las tareas esenciales que debe reforzar la iglesia: el apoyo a la enseñanza en colegios manejados por la iglesia, el apoyo a los seminaristas y a los programas sociales que son tan importantes para la salud espiritual y también financiera de la iglesia.
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La Iglesia católica en Europa está siendo abandonada, no tanto por los escándalos de acoso sexual, sino por la indiferencia de los que eran feligreses y hoy no van a ningún evento religioso. A pesar de eso, Europa todavía tiene el número más alto de arzobispos y obispos y una participación popular que va bajando cada año. No se trata de simplemente crecer por crecer, pero de tener fuerza para enfrentar los retos de las nuevas áreas geográficas de expansión, sobre todo en África.
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Por supuesto no abogo por ninguna religión en particular, pero sí estoy a favor de instituciones cuyo objetivo es moral y espiritual para que países puedan siempre promover políticas de respeto y de honestidad. Eso no está pasando en el Perú de hoy, a pesar de los inmensos esfuerzos de destacados individuos y comunidades. El ejemplo del que fue obispo de Chiclayo y hoy es Papa es el modelo a seguir, agregándole una dosis de reforma financiera.
