
Escribe: Eduardo Morón, Presidente de Apeseg
Creo que resulta obvio que es muy poco lo que se puede reflexionar sobre un discurso que es más un reporte de obras ejecutadas, listas de deseos cumplidos a medias. Donde la conexión lógica entre las oraciones requería de inmensa apertura mental. Les dejo cinco reflexiones sobre lo que este período nos deja de cara al comienzo de un proceso electoral.
Lo primero es que debería valorar en mayor medida el costo para el país, para los peruanos de poner al frente del gobierno a un grupo de personas improvisadas, con ideas anticuadas, sin formas democráticas.
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Segundo, es evidente que igual de costoso es tener a un gobierno secuestrado y sin bancada, navegando sin anclas, dispuesto a sacrificar lo que sea con tal de seguir adelante. Hemos sacrificado la importancia de los pesos y contrapesos para que una democracia no se descarrile. En ese sentido, hemos sacrificado sin despeinarnos la defensa de la estabilidad fiscal porque un Tribunal Constitucional no ha querido contradecir a sus promotores en el Congreso. En este período hemos aprendido de la manera más brutal que quien manda es la fuerza de los votos, no la razón, no el bien común, simplemente los votos vengan de donde vengan, obténganse como se obtengan. Así no se construye un país que promueve estabilidad, progreso, inversión. Esas son formas del Lejano Oeste.
Tercero, los partidos políticos, y los políticos deberían entender su rol de construir agendas comunes, permanentes, que respondan a los problemas de las personas y que se vayan ejecutando progresivamente sin importar los cambios de gobierno. Muchos de los problemas que aquejan a nuestro país son complejos, se asemejan más a construir un puente entre dos pueblos a más de 3,000 metros de altura que a hacer una losa deportiva. Tomará tiempo, recursos, cerebro, planificación al milímetro, no se puede improvisar, no basta solo voluntad, no basta solo alzar la voz o marchar. Requiere de un esfuerzo coordinado. No necesitamos a los políticos para los pequeños problemas, para esos problemas la población se puede hacer cargo.
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Cuarto, está claro que los vacíos se llenan. Se llenan con lo que hay, con el que está más dispuesto. Le hemos dejado el país a quienes quieren tener el poder para repartirse los derechos a pisotear el bien común en nombre de la defensa de sus intereses particulares.
Quinto, es claro que hemos perdido el tiempo y el rumbo en estos últimos años, no sólo en este gobierno. Pero, en este mundo hiperconectado los países se disputan el talento, si nos seguimos empeñando en dejar de construir un país que ilusione a todos, que ofrezca oportunidad para todos, que enamore con su futuro no sólo con su pasado, lo que veremos es que la gente votará con los pies y con el pasaporte en la mano. No es para nada grato que los jóvenes no vean el mundo con ilusión de conocerlo, sino como su refugio ante el desmadre que hemos convertido el país.
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No puedo cerrar sin una nota muy personal rindiendo homenaje a mi padre quien falleció esta semana. Gracias, papá por tu ejemplo constante.
