
Escribe: Omar Mariluz Laguna, director periodístico
En Lima los trenes tienen un destino curioso: nunca llegan a rodar, pero siempre terminan en campaña. El caso del tren Lima–Chosica es de manual. Las 20 locomotoras y 93 vagones traídos de California no han recorrido ni un metro, pero ya han servido para discursos grandilocuentes, acusaciones cruzadas y hasta denuncias políticas. Mientras los fierros siguen estacionados, Rafael López Aliaga y César Sandoval encontraron en ellos el vehículo perfecto para subirse al mismo tren: el de la politiquería.
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López Aliaga juró que este lote, por el que ya se pagaron US$ 24 millones solo en logística, estaría rodando en una marcha blanca desde julio. Nunca hubo expediente técnico, ni proyecto, ni cronograma viable. Lo que sí hubo fue discurso populista y la foto del alcalde en modo salvador.

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Pero el show no termina ahí. El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), que debería ser árbitro técnico, también se trepó al vagón. El ministro César Sandoval, militante de Alianza para el Progreso y fan declarado de César Acuña, primero fue categórico: era imposible que esos fierros oxidados rodaran en meses. Hasta ahí, correcto. Pero después pasó al ataque: usó a sus funcionarios de segundo nivel para anunciar denuncias contra la Municipalidad de Lima ante la Contraloría, la Fiscalía y el Congreso. Un despliegue más parecido a campaña política que a gestión de transporte.
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Sandoval no se quedó en el rol de crítico. Ahora anuncia que el Ejecutivo impulsará su propio tren Lima–Chosica, con respaldo del MEF y sin usar “chatarra” importada. Es decir, López Aliaga pierde la bandera, pero Sandoval se queda con el estandarte. No solo derrumba el plan municipal: busca quedarse con la medalla. La pregunta inevitable es: ¿qué proyectos concretos está empujando el MTC, más allá de dinamitar las ideas de otros?
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Del lado municipal, López Aliaga sigue con su estilo de vendedor de ilusiones. El tren Lima–Chosica se suma a su colección de anuncios imposibles: la inauguración de la Vía Expresa Sur sin que esté concluida o las 10,000 motos para combatir la inseguridad sin policías que las manejen. Populismo puro: titulares rimbombantes que se desmoronan al primer contacto con la realidad.
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Mientras tanto, los técnicos hacen su parte. El informe de Rail Electrical Services, encargado por la misma MML, halló fugas de aceite, motores bloqueados, piezas obsoletas y reparaciones por más de US$ 1.8 millones. La comuna respondió que reacondicionarlos permitiría ahorrar US$ 200 millones frente a comprar nuevos. Cada parte con su número mágico, cada cual con su relato épico.
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El resultado es el mismo: ni trenes ni mejoras reales para la movilidad. Solo discursos, peleas y acusaciones. Un alcalde que promete lo imposible y un ministro que aprovecha el escándalo para debilitarlo y quedarse con el protagonismo.
La conclusión es simple: López Aliaga y Sandoval viajan en el mismo tren, el de la politiquería. Y mientras ellos se disputan el vagón de mayor visibilidad, los limeños seguimos a pie, atrapados en combis y en un transporte que nunca despega.

Magíster en Economía, diplomado internacional en Comunicación, Periodismo y Sociedad, estudios en Gestión Empresarial e Innovación, y Gestión para la transformación. Cuento con más de 15 años de experiencia en el ejercicio del periodismo en medios tradicionales y digitales.







