
Escribe: Alejandro Deustua, internacionalista.
Al final de tres meses de persistente destrucción del sistema de comercio internacional, de grave afectación de la economía global y de hostilidad contra aliados y socios en la que se ha embarcado el Sr. Trump, una nota de indulgente optimismo ha surgido de la mayor autoridad del FMI: la Sra. Georgieva no percibe signos de recesión internacional.
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Al tanto de la incertidumbre entre los mayores agentes económicos, que dan cuenta de un incremento del riesgo recesivo (JP Morgan elevó ese riesgo del 40% al 60%, y otros coinciden en ese aumento, aunque sin definir un nivel concreto), y de la alta volatilidad financiera, la directora gerente del FMI expresó su opinión, temiendo que las peores expectativas se transformen en realidad.
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Pero la realidad es dura: si, con anterioridad a la toma de posesión del Sr. Trump, una cierta estabilidad sustentaba perspectivas de crecimiento del 3.3%, hoy, en un marco de gran inestabilidad, esa perspectiva ha caído al 2.8%. El brusco deterioro se expresa también en una gran reducción del comercio global, del 3.8% en el 2024 al 1.7% en este 2025, lo que dañará más a los países en desarrollo.
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Las arbitrarias e inconsistentes medidas arancelarias del Sr. Trump son las responsables directas de este shock proteccionista no visto en un siglo (un aumento promedio del 2.5% al 27%), agravado por retaliaciones anunciadas. La suspensión por tres meses no se aplica a China, lo que implica ya una reducción considerable de la carga naviera.
Si se tiene en cuenta que el principal mensaje del FMI para confrontar el shock no es la negociación multilateral, sino la cooperación entre países para reforzar la resiliencia –mejorando internamente los fundamentos, las reservas y la aplicación de reformas estructurales–, es claro que estamos frente a un shock permanente.
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Su dimensión actual se mide por la reducción de la performance de los principales motores del crecimiento (la de los países desarrollados pasa del 3.3% en el 2024 al 2.8% en el 2025, y la de China, del 5% al 4%, respectivamente), y también por la de los países emergentes, que cae del 4.3% al 3.7%, con pequeñas perspectivas de recuperación (3.9% en el 2026), cuya vulnerabilidad es relativamente mayor por su exposición al comercio global.
El caso es especialmente alarmante para los países de menor desarrollo, afectados por el empeoramiento de las condiciones financieras internacionales. Y también es escandaloso: el conjunto de los países del sistema está siendo hostigado con aranceles bilaterales desmesurados, cuando solo alrededor de una decena de ellos sería “responsable” del 90% del déficit norteamericano (que es también un “problema” de consumo) (UNCTAD).
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Es que el Sr. Trump no solo desea resarcir sus pasivos, sino desmantelar el sistema multilateral y que sus miembros devengan en tributarios, para, además de sustituir importaciones, solventar la reducción de impuestos que desea implementar. Las decenas de tributarios (calificados indecorosamente por Trump y denominados “suplicantes” por otros) buscarán atención preferencial, promoviendo una mayor arbitrariedad y corrupción. Ello es hoy confundido con prudencia en diplomacia.
