
Escribe: Elena Conterno, especialista en políticas públicas
Hace unos días, el restaurante Maido, liderado por el chef Mitsuharu “Micha” Tsumura, fue reconocido como el mejor restaurante del mundo en The World’s 50 Best Restaurants. En el marco de esa celebración, Gastón Acurio señaló que “detrás de este logro, además de un restaurante excepcional, hay un país orgulloso que celebra tu triunfo como suyo”. Y es que el reconocimiento no es solo a Micha y su equipo; es un tributo a todos quienes, desde hace años, son parte de un proceso colectivo que ha puesto a la gastronomía peruana en la cima y que, sobre todo, une, inspira y llena de orgullo a los peruanos. Un proceso que nos recuerda que con visión, liderazgo y colaboración es posible avanzar en brindar más oportunidades.
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La colaboración como ingrediente clave
Recuerdo cuando fui a La Mar pocos meses después de su apertura en el 2005, en que –como hasta hoy– el local estaba lleno y la lista de espera era de más de una hora. Me sorprendió que nos dieron un pequeño volante con recomendaciones de otros buenos restaurantes de la zona. Es decir, un cocinero estaba promoviendo a otros cocineros. Y es que la colaboración –más que la competencia– ha sido una característica muy presente en este proceso colectivo, que como sabemos no solo ha puesto a Maido en el primer lugar del mundo, sino que ha llevado a Central (mejor restaurante en el 2023), Kjolle, Mayta, Mérito, Astrid y Gastón, Mil y muchos otros a ser parte de la élite culinaria internacional.
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Una visión de país que sí cocinó resultados
En el 2006, Gastón Acurio dio un discurso en la Universidad del Pacífico en que destacó que: “Nuestra fe nace del análisis, no de la ilusión, y nuestra fuerza… nace del deber, de la convicción de que los cocineros somos actores reales de los procesos del cambio que el Perú necesita. Creemos firmemente que el éxito de los restaurantes peruanos por el mundo traerá consigo muchísimos beneficios directos e indirectos para el país”. Ese mensaje fue un llamado a pensar la cocina como camino de desarrollo, de integración, de orgullo nacional.
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Así ha sido. Detrás de cada restaurante exitoso hay una comunidad de productores, cocineros, pescadores, agricultores, artesanos y emprendedores, y muchas oportunidades para los peruanos. Más allá de los restaurantes que figuran en la lista de los top mundiales, tenemos decenas de excelentes y miles de muy buenos a todo lo largo del país. El creciente turismo gastronómico –hoy 15% del turismo total según Mincetur–, atrae a muchos a visitarnos para disfrutar de nuestros restaurantes además de nuestra historia y cultura, y cada vez en más restaurantes del mundo la carta incluye nuestro querido ceviche.
Cocineros con propósito, país sin norte
La cocina trae además oportunidades a muchos jóvenes peruanos, quienes optan por la gastronomía como tema de estudio y proyecto de vida, ya sea para trabajar en un restaurante en Perú o para hacerlo en algún lugar del mundo llevando nuestros productos y sazón.
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La gastronomía peruana es un ejemplo de cómo los sectores productivos pueden convertirse en motores de desarrollo. Gracias cocineros por colaborar, por inspirar, por demostrar que los sueños colectivos son posibles y por hacer de la cocina un motor de cambio. Gracias por transformar productos en arte, disfrute, empleo, orgullo y oportunidades. Gracias por su liderazgo para impulsar este proceso colectivo que trae tantos beneficios y nos llena de orgullo.
En un país que parece sin norte, donde la crisis institucional, el debilitamiento del Estado, la desconfianza y el conflicto marcan la agenda, la gastronomía es una lección viva de lo que podemos lograr si trabajamos juntos. Que la experiencia y los resultados de los cocineros nos inspiren a construir juntos en otras áreas: educación, salud, turismo. Es posible. Necesitamos liderazgo y colaboración.
