Escribe: Carlos E. Paredes, economista de Intelfin y docente de la U. Continental
1. Recientemente, José Salardi fue nombrado ministro de Economía y Finanzas. Es el sexto ministro del periodo gubernamental 2021-2026 y el décimo quinto de los últimos diez años. Sin duda, la alta rotación de ministros y su corta duración en el cargo no contribuyen a la estabilidad y efectividad del sector público. Por más preparado que sea el profesional que se nombre al cargo, este requerirá de un tiempo para familiarizarse con los muchos retos que deberá enfrentar, definir una agenda y formar un equipo de su confianza. Tal vez, por esta razón los nombramientos ministeriales cada vez despiertan menos expectativas. Incluso hemos llegado al extremo de suspirar con alivio cuando se nombra a alguien que no carga con un prontuario a sus espaldas y resulta medianamente calificado.
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2. Claramente, este no es el caso del nombramiento de Salardi, el cual constituyó una sorpresa positiva y despertó expectativas favorables, a pesar del complicado entorno político en que vivimos. Él trae una larga experiencia en el sector público –director ejecutivo de ProInversión, ministro de la Producción, director general de Programas y Proyectos en el MVCS y en el MTC, entre otros–. A lo largo de los años, el nuevo ministro ha sabido formar equipos, priorizar proyectos y aprendido a lidiar desde adentro con la burocracia, en particular, con la del MEF. Ha constatado de cerca los efectos de la sobrerregulación y del perverso actuar de la Contraloría y la Fiscalía que, junto a una prensa irresponsable –que no sufre las consecuencias de difamar y dañar honras–, contribuyen al “pánico a firmar” de los funcionarios públicos y a la ralentización de la economía.
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3. En mi primera columna del año, señalé que “lo importante en materia económica será combatir la ralentización de la economía y reducir el creciente desequilibrio fiscal. Con respecto a lo primero, resulta indispensable fomentar la inversión privada, sin tapujos, ¡sin miedo a ser exitosos! Hay que destrabar los grandes proyectos, seleccionar unos cuantos –mineros, infraestructura, concesiones– que muevan la aguja en el corto plazo (…) El Gobierno tiene la posibilidad de lanzar un programa agresivo de desregulación que destrabe la inversión y que mejore notablemente la competitividad y el clima de negocios en nuestro país”. Salardi viene de dirigir y reactivar ProInversión, con éxito. Tal vez era la persona mejor posicionada para destrabar y reactivar la inversión privada y, con ello, la economía del Perú.
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4. En sus primeras declaraciones, el nuevo ministro indicó que es necesario “hacer un shock regulatorio real, con metas”. Es un firme creyente en la importancia de promover la inversión privada. El fin de semana conversé con él y me transmitió su convicción de aprovechar el apetito existente entre los inversionistas y su intención de liderar una reforma integral del mecanismo de APP con el objetivo de dinamizarlas. En el corto plazo, planea impulsar las adendas necesarias en una serie de concesiones para desbloquear miles de millones de soles de inversión, y acelerar la participación del sector privado en proyectos de obras por impuestos (OxI) –donde hay una línea de S/ 30,000 millones–. Le preocupan los grandes anuncios que no se materializan y es consciente de las restricciones que impone el calendario político, por lo que supervisará de cerca y en coordinación con el sector privado el destrabe de la inversión (al respecto, planea reactivar las Mesas Ejecutivas del MEF y el Consejo Nacional de Competitividad).
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5. Con respecto a la reducción del déficit fiscal, es consciente del problema que hereda y se focalizará en contener el gasto corriente y evitar el despilfarro (resulta crucial en este año preelectoral y con los actuales políticos en el poder). Fue enfático en que no le dará un centavo más a Petroperú y revisará el avance o no de su reestructuración a fin de introducir los correctivos necesarios. Ha revisado las cifras fiscales y confía en que la recaudación seguirá mejorando. Fue enfático en que no introducirá nuevos impuestos ni subirá las tasas vigentes. “No es el momento de ni siquiera pensar en eso”; cree que hay que acercarse gradualmente a las metas fiscales, sin abortar la dinamización del crecimiento económico.
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6. El ministro Salardi no la tiene fácil, pero tiene la oportunidad de implementar aquello en lo que él cree: dinamizar la inversión y el crecimiento potencial de la economía. Es consciente de la necesidad de destrabar proyectos –firmando adendas cuando sea necesario– y de coordinar de cerca con el sector privado. Pero también deberá prestar atención al Consejo Fiscal, que seguramente continuará llamando la atención sobre los riesgos de no cumplir con las metas fiscales. Asimismo, creo que debe enfrentar el grave problema del “pánico a firmar” que afecta –con razón– a la mayoría de los funcionarios públicos por el comportamiento irresponsable de la Contraloría y la Fiscalía. Es hora de tomar este toro por las astas; resulta fundamental para mejorar la eficiencia e incrementar la productividad y el crecimiento. ¡Éxitos, señor ministro!
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