
Escribe: Enzo Defilippi, profesor principal de la Universidad del Pacífico
El alcalde de Lima está en campaña presidencial. Y como muchos antes que él, lo está haciendo con la plata de todos. Hasta allí, la historia es conocida. Lo que es nuevo es cuánto nos está costando. Ya van varios miles de millones de soles, y el alcalde aún no renuncia (lo que tendrá que ocurrir para formalizar su candidatura presidencial).
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Empecemos por aquello que está en las noticias. Con un nivel de improvisación digno de un chofer de combi pirata, el alcalde quiere empezar ya con la marcha blanca del tren Lima-Chosica. El problema es que lo único que tiene son los vagones y locomotoras (cuya donación gestionó la Municipalidad Metropolitana de Lima – MML en California). No hay estaciones, ni expediente técnico, ni cronograma, nada. Ni siquiera hay un acuerdo firmado para utilizar las vías férreas que usaría este tren, las cuales han sido concesionadas al operador del tren Lima-Huancayo.
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De acuerdo con el ministro de Economía, las obras necesarias para que este tren pueda operar cuestan unos mil millones de dólares. Eso, sin contar con los S/ 90 millones que cuesta traer el material ferroviario de Estados Unidos, incluyendo repuestos y maquinarias.
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Si la MML tuviese los mil millones de dólares, el problema no sería tan terrible. Ya hemos visto políticos inaugurando obras que empezarán a operar luego de que dejan el cargo. Pero la MML no los tiene ni los va a tener, porque el alcalde la ha sobreendeudado como nunca nadie lo había hecho antes. Según el Consejo Fiscal, la deuda actual de la MML asciende a S/ 4,754 millones, 3.4 veces más que en el 2022 y 3.8 veces la regla fiscal. Eso implica que hasta el 2038 los futuros alcaldes de Lima deberán destinar al pago de deudas una cantidad similar a la que la MML invierte todos los años. Es decir, menos obras y peores servicios para todos los limeños.
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Pero eso no es todo. Sin duda como parte de su estrategia presidencial, el alcalde ha pretendido posicionarse como un luchador anticorrupción. Y con esa excusa ha desconocido las obligaciones contractuales asumidas por la MML con los concesionarios de la Línea Amarilla y Vías Nuevas de Lima, empresas que han ganado todos los arbitrajes que han iniciado en su contra. ¿El resultado? Que ahora los limeños les debemos más de S/ 2,500 millones. ¡Gracias, Sr. Alcalde!
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La corrupción es terrible porque priva a los ciudadanos, especialmente a los más vulnerables, de los servicios que necesitan para mejorar sus vidas. La gestión del alcalde de Lima, sin estar envuelta en escándalos de corrupción, es una muestra de que la demagogia daña tanto o más que la corrupción.

Profesor de la Universidad del Pacífico. Exviceministro de Economía.