
Escribe: Tabata Arteta* y Nicolás Hernández**
*Socia en Rebaza, Alcázar & De Las Casas
**Asociado Senior en Rebaza, Alcázar & De Las Casas
El arbitraje comercial es un mecanismo alternativo de solución de conflictos en el que las partes acuerdan someter sus controversias a uno o varios árbitros, en lugar de acudir al Poder Judicial.
En el Perú, desde hace más de 20 años ha ocurrido un auge en el uso de arbitraje para resolver controversias en el sector empresarial, que ve este mecanismo como un aliado a la hora de decidir invertir en el país, ¿por qué?
Dentro de las razones del auge se encuentran la promulgación de la “Ley de Arbitraje”, norma vanguardista que incorpora las mejores prácticas internacionales. Asimismo, las normativas que establecen el arbitraje como obligatorio para controversias en materia de contrataciones con el Estado Peruano, han hecho del Perú uno de los países donde más se arbitra en el mundo.
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Como mecanismo, el arbitraje ofrece un proceso con tramitación más ágil y eficiente, con plazos y procedimientos ajustados a las necesidades de las partes (quienes son las que determinan sus propias reglas de juego), lo que reduce los costos de financiamiento y evita demoras innecesarias.
Asimismo, las partes pueden designar árbitros con conocimientos técnicos de cada sector, lo que eleva la calidad de las decisiones y la confianza de los intervinientes. También al seleccionar una sede y un tribunal neutral, se mitiga la percepción de sesgo que a veces pesa sobre los tribunales nacionales y se fortalece la imparcialidad del proceso.

Por último, los laudos también se pueden ejecutar en el exterior, gracias a tratados internacionales suscritos por Perú como la Convención de Nueva York.
Todas estas características nos permiten afirmar que el arbitraje tiene un rol importante en el desarrollo económico del país. Por un lado, incrementa la confianza de inversionistas y exportadores al ofrecer un mecanismo previsible de solución de controversias, que contribuye a forjar un entorno de negocios competitivo y atractivo; y por otro, reduce los plazos para la resolución de un conflicto, que tanto a locales como extranjeros no lograrían conseguir ante la justicia ordinaria.
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Para inversionistas extranjeros, el arbitraje es un mecanismo de mitigación de riesgos frente a cambios regulatorios, expropiaciones o atrasos judiciales. Estudios varios, como los incluidos en el informe Doing Business, muestran que los países con marcos eficientes de solución de controversias obtienen mejores calificaciones en protección de inversionistas y atraen mayores flujos de inversión extranjera directa per cápita. Este es el caso de Perú.
