
Escribe: Hania Pérez de Cuéllar, directora ejecutiva PDC Inteligencia Colaborativa
Poco hemos estudiado en el Perú lo determinante que es el recurso hídrico para la competitividad económica nacional. Sin embargo, hay aproximaciones que empiezan a concretarse. Así lo demuestra la Desaladora del Norte (Delnor), hoy promovida por Proinversión y propuesta durante mi gestión en el MVCS como solución para proveer de agua a Lima Norte y, fundamentalmente, para crear las condiciones habilitantes del Parque Industrial de Ancón y el Hub Logístico Callao - Chancay.
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La presencia de dos puertos estratégicos como el Callao y Chancay en un espacio de apenas 88 km representa un desafío mayúsculo de integración y ordenamiento territorial. Este eje está llamado a convertirse en el hub logístico-industrial del Perú que integrará América del Sur.

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Sin embargo, para que esta visión se materialice, se requiere una piedra angular: el agua. La decisión de instalar una desaladora y su respectiva Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) en el Norte Chico fue concebida para implementar las industrias, habilitar los servicios logísticos, y desarrollar la “Ciudad Bicentenario”, el núcleo urbano que dará soporte a toda esta nueva actividad económica. Es decir, el hub no funcionará eficientemente si no se considera, con seriedad técnica y política, un sistema integral de plantas de provisión y tratamiento de agua en el Norte Chico y en Ancón, diseñado con una perspectiva no menor de 30 años.
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Desde el 2016, el Ministerio de la Producción ha promovido el Parque Industrial de Ancón, pero la falta de una fuente segura de agua desanimó sistemáticamente a los inversionistas. Hoy, con la Delnor en el horizonte, se abre una oportunidad única para diseñar el crecimiento e integración de la zona con una visión de largo plazo y una clara vocación industrial, logística y habitacional.
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Hemos agotado los análisis exhaustivos sobre cómo optimizar Chancay y reordenar el Callao: ya sabemos lo que se debe hacer. La decisión política recaerá en el próximo Gobierno. Pero poco se discute sobre Ancón, el territorio clave. En sus 300 km², este distrito se erige como la bisagra natural entre ambos puertos. Su planificación es crucial para la interconexión e integración del hub.
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Actualmente, coexisten allí al menos cinco grandes proyectos liderados por los ministerios de Transportes, Vivienda, Ambiente y Cultura, además de la propia Ciudad Bicentenario. Esta superposición exige que el Gobierno central, de la mano con las autoridades locales, cree urgentemente los mecanismos de planificación y gobernanza interinstitucional para optimizar este territorio estratégico. Y evitar un nuevo desastre como el del aeropuerto Jorge Chávez.
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La Ciudad Bicentenario, proyectada sobre 8,130 hectáreas, busca construir cerca de 30,000 viviendas para albergar a más de 100,000 habitantes. Y podría crecer. Este proyecto no solo acogerá a los trabajadores de los nuevos complejos industriales, sino que podría ser la morada segura para quienes hoy viven en zonas de riesgo no mitigable de Lima. Su diseño no puede repetir los errores del crecimiento desordenado del Callao; debe ser producto de una planificación técnica impecable y una firme decisión política.
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Construir el Hub Callao – Chancay es, para el Perú, un acto de innovación. Requiere instancias de coordinación multisectorial, asesorías técnicas especializadas y un paquete de reformas normativas audaces. Por ejemplo, la creación de un operador de suelo que gestione las plusvalías generadas por la inversión pública/privada, la constitución de un fideicomiso de desarrollo urbano para optimizar la gestión de activos, el fomento de iniciativas privadas para construir la “Smart City Ciudad Bicentenario” y cambios normativos para darle a los municipios distritales mayor capacidad de gestión.
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La coyuntura actual, en plena transición gubernamental, no es favorable, y esta problemática no figura seriamente en ninguna propuesta política. Seguimos hablando de las bondades del megapuerto, sin pensar que podríamos multiplicar su aporte al PBI si, por primera vez, decidimos planificar de manera integral, como lo han hecho tantos otros países exitosos. Recordemos algunos ejemplos mundiales como el corredor NAFTA (USMCA), el corredor Rin-Alpino, la región del delta del río Yangtsé y el puerto de Singapur en el Estrecho de Malaca.
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Confío en que recuperemos la esperanza en el futuro nacional y en que los candidatos serios hagan propuestas técnicas viables, que nos permitan capitalizar esta oportunidad histórica y convertir a nuestro país en el faro logístico de América del Sur.