El problema no es solo económico, sino social. La informalidad perpetúa la brecha de género y genera un círculo vicioso difícil de romper. (Ilustración: Lavida)
El problema no es solo económico, sino social. La informalidad perpetúa la brecha de género y genera un círculo vicioso difícil de romper. (Ilustración: Lavida)
Whitney Miñán

Aunque han pasado los años, todavía me asombro de que un país como el Perú –que vive jactándose de las “viejas glorias”– no haya logrado llevar la tasa de empleo informal por debajo del 70% hasta ahora. Las razones son múltiples y bastante conocidas, pero el foco de este contenido no es escudriñar en ellas, sino más bien recordar como un contexto como este es más cruel con ciertos grupos de la población, como las mujeres.

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