
Escribe: Sangram Sahoo, Gerente General de TCS Perú
Durante la última década, América Latina ha mostrado un avance paulatino en la formación de talento STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés), pero la brecha frente a países como India, Estados Unidos o Corea del Sur sigue siendo considerable. En Perú, el desafío es doble: por un lado, debemos ampliar el acceso a educación científica y tecnológica desde edades tempranas; por otro, transformar el enfoque pedagógico para que el aprendizaje en estas disciplinas sea más aplicado, creativo y conectado con los problemas reales del entorno.
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La experiencia de India es un buen espejo, país que impulsa la vocación STEM desde la escuela a través de los Atal Tinkering Labs (ATL), laboratorios presentes en más de 10,000 escuelas públicas equipados con impresoras 3D, kits de robótica, sensores y herramientas de codificación que permiten a los estudiantes explorar la tecnología de forma práctica. Su objetivo es desarrollar una mentalidad innovadora y orientada a la solución de problemas reales, fomentando el pensamiento crítico, la creatividad y el aprendizaje colaborativo. Los ATL han reducido la brecha entre teoría y práctica, permitiendo a miles de jóvenes ganar confianza en sus capacidades tecnológicas y participar en desafíos de innovación.
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Esta política representa un giro estratégico en el enfoque educativo indio, al pasar de la memorización a la experimentación, y ha tenido un impacto visible en comunidades con acceso limitado a recursos, ampliando las oportunidades de futuro para muchos estudiantes.
Un ejemplo que apunta en la dirección correcta es TCS Codevita, la competencia de programación para estudiantes más grande del mundo. Esta iniciativa convoca anualmente a más de medio millón de jóvenes de más de 90 países, incluyendo una participación cada vez más destacada de estudiantes peruanos y funciona como una plataforma de aprendizaje, identificación de talento y motivación para que más jóvenes se involucren con la lógica algorítmica y los lenguajes de programación desde una perspectiva lúdica, desafiante y universal.
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A nivel global, la demanda por profesionales STEM crece de manera sostenida. Según datos del Foro Económico Mundial, se estima que el 75% de los trabajos con mayor crecimiento en los próximos cinco años estarán vinculados a habilidades tecnológicas y analíticas. Además, la UNESCO advierte que, para 2030, el mundo necesitará al menos 69 millones de nuevos docentes en STEM para cubrir la demanda educativa. En el Perú, la situación de las carreras STEM no es del todo alentadora, especialmente en lo que respecta a la participación femenina. Según datos presentados en el APEC 2024, las mujeres representan apenas el 35 % a nivel mundial y solo el 30 % a nivel nacional, lo que evidencia una marcada brecha en comparación con los hombres.
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En este contexto, cada país que invierta hoy en ciencia y tecnología no solo asegura competitividad futura, sino también inclusión social y oportunidades reales para sus jóvenes. Con ello en mente, este año TCS lanzó en el Perú el programa Ignite My Future (IMF). Esta iniciativa tiene como objetivo ampliar el acceso a la educación tecnológica en comunidades vulnerables. El programa capacita a docentes para transformar la manera en que se enseñan y desarrollan habilidades como el pensamiento crítico, el razonamiento de alto nivel y la resolución de problemas. Se busca integrar el pensamiento computacional como una herramienta para fortalecer habilidades cognitivas en diversas materias.
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Si queremos que Perú y América Latina lideren los próximos capítulos de la transformación digital, debemos apostar fuerte por formar talento con habilidades STEM. Eso implica invertir en tecnología, infraestructura y formación con visión de futuro. El talento existe, solo necesita los espacios e incentivos adecuados para desarrollarse.