
Escribe: Claudia Alfaro, cofundadora de Kaudal
En un mundo cada vez más digitalizado, las empresas no se transforman solo con tecnología, sino con personas que saben usarla estratégicamente. Sin embargo, algunas siguen operando como si vivieran en la era del papel, donde la información se origina con una foto en un whatsapp o un adjunto en un correo. ¿Por qué sucede esto? Porque tener acceso a la tecnología no garantiza su uso inteligente. Y aquí es donde entran dos conceptos clave que todo líder debería entender: alfabetización digital (digital literacy) y fluidez digital (digital fluency).
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¿Qué es la alfabetización digital?
La alfabetización digital implica saber cómo se usa una herramienta. Es el punto de partida para que cualquier profesional pueda operar en entornos tecnológicos modernos. Por ejemplo, saber cómo crear un documento compartido en la nube, armar un formulario en Google Forms o construir un flujo simple en Power Automate para automatizar tareas repetitivas. También incluye poder conversar con un copiloto de IA para solicitarle que redacte, resuma o edite un documento.
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La alfabetización no solo se trata de temas técnicos, sino también estratégicos. La idea es conocer las herramientas que están disponibles en tu trabajo, cómo se puede acceder a ellas y qué problemas resuelven. Sin estos conceptos base, no se puede tener una conversación sobre productividad, automatización o eficiencia. Y sin embargo, un líder debería ir más allá de ella.
La fluidez digital
La fluidez digital va un paso más allá. Es cuando una persona no solo sabe usar una herramienta, sino también entender para qué sirve, cómo se conecta con otras y cómo puede generar impacto real en su trabajo o en su equipo. Implica capacidad de análisis, criterio y visión de negocio.
Un líder fluido digitalmente no necesita saber programar, pero sí debe poder tener esta conversación:
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“Estamos gastando horas en este proceso manual. ¿Alguien ya exploró si podemos automatizarlo con Power Automate? ¿Podemos visualizar este avance en Power BI?”
La fluidez no es saberlo todo, es saber lo suficiente para hacer las preguntas correctas, tomar decisiones informadas y liderar con visión.
¿Por qué esto es clave para los líderes?
Muchos líderes todavía se ubican fuera del terreno tecnológico, esperando que “alguien de sistemas” lo resuelva. Pero en la era de la automatización, la inteligencia artificial y los copilotos digitales, esta actitud ya no es sostenible.
Si tú no entiendes cómo puede usarse la tecnología que ya tienes, probablemente tu equipo tampoco lo esté aprovechando. Y eso es pérdida de productividad silenciosa.
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Además, cada vez más, la tecnología permite que las soluciones vengan desde los equipos –no desde TI–. Pero eso solo ocurre cuando hay un liderazgo que: fomenta el uso práctico, no solo la teoría; reconoce los pequeños cambios que liberan tiempo o evitan errores; y hace las preguntas correctas para que el equipo explore, automatice y escale soluciones.
¿Cómo activar la fluidez digital en tu organización?
Estas son algunas acciones concretas que los líderes pueden tomar para acelerar la adopción tecnológica entre sus colaboradores:
Haz una auditoría del stack corporativo. Pregunta qué herramientas se están usando realmente. Muchas empresas pagan licencias completas de Microsoft 365 o Google Workspace, pero utilizan apenas el correo y los documentos. Investigar qué funciones están subutilizadas abre oportunidades inmediatas.
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Aprende lo básico de las herramientas clave. Conocer cómo se construye un flujo en Power Automate, qué mide Power BI, o cómo se puede crear una app sin código con AppSheet, te dará criterio para guiar a tu equipo.
Diseña desafíos de automatización o eficiencia. En lugar de largas capacitaciones, plantea retos como: “¿Quién puede automatizar una tarea que le quite 30 minutos semanales?” Esto motiva, genera comunidad y activa el aprendizaje práctico.
Crea espacios para compartir aprendizajes. Los equipos suelen resolver problemas similares. Armar un canal de mejores prácticas o mostrar ejemplos breves en reuniones semanales ayuda a escalar el conocimiento sin grandes esfuerzos.
Promueve mentorías cruzadas. A veces los más jóvenes o los más tech-savvy del equipo tienen mucho que enseñar a quienes lideran. Una cultura que valora el aprendizaje bidireccional genera confianza y evolución.
