Escribe: Antonio Risso, Managing Director de Wealth Management de Credicorp Capital
Donald Trump ha logrado acaparar titulares desde con sus primeras decisiones como presidente y muchas más: desde el anuncio del retiro de Estados Unidos del Acuerdo Climático de París y de la Organización Mundial de la Salud, hasta sus recientes amenazas arancelarias como mecanismo de negociación en temas de seguridad fronteriza y comercial. Este 2025 inicia con la certeza de que la nueva administración de Trump tendrá el objetivo de implementar una agenda centrada en tres ejes:
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- Comercio: La imposición de un arancel general del 10% a los bienes importados y amenazas a socios comerciales como México, Canadá y China de imponerles aranceles del 25% al 60%.
- Impuestos: La extensión de la reducción de impuestos que finalizan en el 2025, con beneficios adicionales para el sector manufacturero estadounidense.
- Inmigración: Una política estricta que incluye esfuerzos de prevención y la mayor operación de deportación doméstica en la historia de los Estados Unidos.
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Las consecuencias económicas y para los mercados de capitales de estas políticas son inciertas. En primer lugar, determinar las verdaderas intenciones de Trump son un desafío no menor. Como ya hemos podido evidenciar recientemente, algunas amenazas pueden ser tácticas de negociación y no intenciones reales. Adicionalmente, el impacto final de los aranceles en la actividad económica e inflación son difíciles de modelar.
En segundo lugar, existe un intenso debate sobre la forma de legislar, considerando que dentro del propio partido republicano no existe consenso en todos los temas. Un claro ejemplo se encuentra en las fuerzas opuestas entre las ideologías “Make American Great Again (MAGA)” y “Department of Government Efficienty (DOGE)”. Por este motivo, implementar la agenda completa va a requerir consensos dentro del partido. Pronosticar la magnitud de los cambios y el horizonte de tiempo en el cual estos serían implementados es una tarea difícil.
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Sabemos que se avecinan cambios importantes en la política de los Estados Unidos, pero la implementación de estos cambios puede ser lenta, de mayor o menor magnitud a lo esperado, e incluso, en algunos casos, no llegar a concretarse. Tratar de adelantarse a estos potenciales escenarios puede ser definitivamente una propuesta perdedora para los inversionistas.
Los fundamentos de la economía estadounidense son saludables (inflación caminando hacia el objetivo, un mercado laboral robusto y un consumidor resiliente) y, como siempre mencionamos, la diversificación y la disciplina de inversión resultan críticas ante estos escenarios. Sin embargo, también debemos tomar consciencia de que el 2025 se caracterizará por un alto nivel de incertidumbre. Como dijo el filósofo Bertrand Russell, “Lo único que se puede predecir es que nada es predecible”, una frase que debemos recordar junto a nuestros objetivos a largo plazo.
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