
El reciente nombramiento del Papa León XIV, el pontífice nacido en Estados Unidos y con nacionalidad peruana, ha generado interpretaciones diversas dentro y fuera de la Iglesia. El nuevo Papa, conocido por sus posturas críticas hacia las políticas migratorias y confrontacionales del expresidente Donald Trump, ha enviado un mensaje contundente en su primer discurso: “el mal no prevalecerá”.
Para el padre Juan Dejo, jesuita, teólogo y vicerrector de investigación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), estas palabras no solo marcan el tono de un nuevo papado, sino también una reafirmación del compromiso espiritual de la Iglesia en tiempos convulsos.
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“Creo que es un mensaje que recupera el sentido de la justicia”, señala Dejo en Cuentas Claras, de Canal N. Según el teólogo, más que una declaración política, se trata de un mensaje profundamente espiritual: “Decir ahora que el mal no prevalecerá, en un mundo que vive con temor por la inestabilidad política y económica, llevadas por sistemas de exclusión más galopantes, es ofrecer una palabra de esperanza”.

Uno de los pasajes más comentados del primer mensaje del Papa León XIV fue su llamado a “ayudarse y ayudarnos a construir puentes”, en clara continuidad con el legado del Papa Francisco. “Ese es el legado de Francisco, él habló de tender puentes”, afirma Dejo. “Recuperar la imagen del cristianismo como un espacio de diálogo y comprensión universal es, en última instancia, recuperar el sentido profundo del cristianismo”, sostiene.
Sobre el significado del nombramiento para la Iglesia, el vicerrector considera que aún es pronto para establecer interpretaciones definitivas. “Ha sido una elección muy rápida. Como sucedió con el Papa Francisco, hay signos e intuiciones en sus primeras palabras que hablan a los creyentes a través de la voz del espíritu. Pero lo más fuerte hasta ahora ha sido su reiterado llamado a la paz”, reflexiona Dejo.
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El nuevo Papa ha hecho énfasis en continuar “la bendición de Francisco”, una señal clara de continuidad espiritual más allá de los cambios de liderazgo. “La Iglesia no retrocede —enfatiza el sacerdote—. Somos nosotros quienes pensamos que puede haber retroceso. El legado de Jesucristo permanece", sentencia.