
La Contraloría General de la República realizó una inspección al Hospital Víctor Larco Herrera y evidenció que los equipos médicos, infraestructura y servicios higiénicos del Pabellón N° 8 están en condiciones inadecuadas.
Esta serie de deterioros pone en riesgo la oportuna atención médica e integridad de los pacientes, así como la del personal a cargo.
En dicho pabellón se ubica el Departamento de Hospitalización, que cuenta con el Servicio de Recuperación y Reinserción Familiar y Social, que brinda atención especializada a adultos con retardo mental, rasgos autistas, esquizofrenia y discapacidad neurocognitiva.
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Contraloría encontró, al 21 de abril de este año, que los servicios higiénicos del primer piso del Pabellón n.° 8, que alberga a 28 pacientes, no están equipados correctamente y presentan daños, como losetas rotas —que implican peligro punzocortante—, tanques con alambres oxidados o rotos y lavaderos con fuga de agua. También las paredes están deterioradas por el moho y puede acarrear la caída del muro.
Se suma a ello el mal olor de los baños y la ausencia de utensilios de aseo, tanto para pisos, inodoros y duchas como para los pacientes, ya que no hay champús ni jabones de tocador suficientes para los 28 pacientes.

Pasadizos del pabellón N° 8 están en pésimo estado por huecos y bordes rotos. Tanto puertas como ventanas están incompletas, lo cual “permite el ingreso de aves e insectos, así como el aire frío que podría provocar enfermedades respiratorias de los pacientes que por su diagnóstico clínico son muy vulnerables”.
La Contraloría añadió que el comedor carece de sillas para el total de pacientes, por lo que se deben turnar para ingerir sus alimentos. Y, el jardín, tiene el gras crecido, lo que da pie a la aparición de roedores y propagación de enfermedades.
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Los equipos médicos están en mal estado: solo hay un tensiómetro con muchos años de uso y no cubre la necesidad de la cantidad de pacientes, mientras que los termómetros digitales, no marcan la temperatura exacta por falta de pilas o tiempo de vida útil.
De seis sillas de rueda, solo dos estarían en “aparente buen estado” para los pacientes. Las camas de fierro y armarios metálicos yacen oxidados.