
El Perú enfrenta nuevamente un escenario político de incertidumbre. Tras la vacancia de Dina Boluarte y la asunción de José Jerí como presidente de la República, el país otra vez está en una etapa de transición marcada por la fragilidad institucional, la fatiga social y la inminencia de las elecciones del 2026.
En el evento de Diario Gestión, “Perspectivas 2026: Más allá de la turbulencia electoral”, Mercedes Aráoz, presidenta de InPerú y exvicepresidenta de la República y Augusto Álvarez Rodrich, director de A3R.net, participaron en el conversatorio “de largo aliento”, moderado por el director periodístico de este medio.
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El diálogo permitió trazar un diagnóstico realista -y en muchos pasajes pesimista- del clima político y económico del país.
Los participantes coincidieron en que, aunque Jerí ha logrado conformar un gabinete más técnico que sus antecesores, su permanencia dependerá de dos factores: la estabilidad del Congreso y el control de las calles.

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Un presidente con “buena suerte”
“Si me hacías la pregunta hace dos días, te habría dicho que su permanencia era incierta. Pero el gabinete que ha formado me da cierta esperanza”, señaló Mercedes Aráoz, al destacar la presencia de perfiles técnicos en sectores clave.
Según la economista y ex primera ministra, la incorporación de figuras con experiencia en inteligencia, presupuesto y seguridad puede ayudar a bajar las tensiones.
“El nuevo ministro del Interior es una persona seria, con trayectoria. Y en economía también se ha apostado por una técnica capaz de manejar la voracidad del Congreso durante el debate presupuestal”, apuntó.
No obstante, advirtió que la suerte política del mandatario -a quien calificó como “un hombre con buena estrella”- no será suficiente.
“José Jerí llegó a la presidencia por casualidad, así como antes llegó a la Mesa Directiva. Pero la suerte no basta. Tiene que demostrar resultados concretos en seguridad y en control de la corrupción policial, más allá de las fotos y los operativos mediáticos”, dijo.
Aráoz recordó que, pese a las tensiones en Lima, “la gente quiere trabajar, no protestar”.
“Mientras la economía no colapse, la población buscará estabilidad. Pero si la inseguridad o el descontento social crecen, podríamos entrar en un nuevo ciclo de crisis como los vividos en 2020 o 2022”, advirtió.

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Congreso impredecible y un país con memoria corta
Para Augusto Álvarez Rodrich, el mayor riesgo no está tanto en el Ejecutivo, sino en el Legislativo.
“Las probabilidades de que Jerí llegue hasta julio de 2026 son del 80%. El otro 20% depende de si el Congreso decide repetir un nuevo ‘Merinazo’”, dijo, aludiendo al episodio del 2020 que derivó en la salida de Manuel Merino.
Álvarez Rodrich recordó que en el Perú las caídas presidenciales “no responden necesariamente a razones jurídicas, sino políticas o de coyuntura”.
“En 2020, una bancada quiso mover el tablero por cálculo electoral, y se produjo un efecto dominó. Si algo parecido ocurre ahora, podríamos volver a una crisis de gobernabilidad en cuestión de horas”, advirtió.
El periodista subrayó que Jerí “lidera un gobierno tecnocrático, sin peso político propio, que depende por completo de la voluntad del Congreso”. En su opinión, la actual administración solo se sostendrá si logra mantener la calma social.
“Hoy, las marchas son el termómetro del poder. Si hay protestas violentas, todo puede cambiar de un día para otro”, sostuvo.
Pese a la fragilidad institucional, Álvarez destacó un punto positivo: la resiliencia económica del sector privado.
“Las empresas siguen invirtiendo, los peruanos siguen trabajando, y la economía no se ha detenido. Esa capacidad de adaptación ha sido clave para mantenernos a flote. Pero no podemos depender solo de eso; el país necesita reglas claras y estabilidad política”, advirtió.

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El populismo como amenaza
Uno de los temas más debatidos fue el nuevo sistema electoral que se aplicará en 2026, con la elección simultánea de presidente, senadores, diputados, autoridades regionales y del Parlamento Andino. Para Mercedes Aráoz, esto podría generar “una gran confusión ciudadana” y abrir las puertas a candidatos improvisados o populistas.
“La gente se enfrentará a una cédula electoral del tamaño de una sábana. Y muchos votarán sin entender por quién o por qué lo hacen. En ese contexto, los discursos simplistas y autoritarios -como el del ‘nuevo Bukele’- ganan terreno. Se promete seguridad con mano dura, pero sin políticas sostenibles”, explicó.
Álvarez Rodrich coincidió y alertó sobre la posibilidad de que el radicalismo, tanto de izquierda como de derecha, recupere espacio.
“Las encuestas muestran que alrededor del 25% de los peruanos estaría dispuesto a votar nuevamente por Pedro Castillo si se postulara al Senado. Ese dato revela que el descontento sigue ahí, y puede capitalizarse fácilmente en un contexto de desinformación y crisis de confianza”, comentó.
Ambos coincidieron en que los medios de comunicación -y especialmente los económicos- tienen un rol decisivo en este momento.
“La prensa debe ordenar el debate público, explicar qué está en juego y evidenciar las propuestas inviables. No se trata solo de cubrir la coyuntura, sino de poner sobre la mesa los grandes temas: salud, educación, institucionalidad, y crecimiento sostenido”, afirmó.
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La fragilidad institucional y el desencanto ciudadano
En otro momento, los panelistas abordaron la crisis del sistema judicial y fiscal. Para Álvarez Rodrich, “el Ministerio Público y el Poder Judicial se han politizado peligrosamente”.
“Vivimos en un país donde se usa la justicia como arma política, y eso erosiona la confianza ciudadana. Sin una reforma profunda, cualquier gobierno -sea de izquierda o derecha- terminará atrapado en ese mismo pantano”, advirtió.
Aráoz coincidió y lamentó que el deterioro institucional haya desincentivado la participación de cuadros técnicos en el Estado.
“Muchos profesionales calificados prefieren no asumir cargos públicos por miedo a la persecución política o a procesos interminables. Así es imposible construir un Estado eficiente”, indicó.
También criticó la proliferación de proyectos populistas y la ausencia de partidos sólidos.
“Estamos frente a una fragmentación total. Los partidos han desaparecido como espacios de formación política. Y eso abre la puerta a movimientos efímeros, financiados incluso por economías ilegales. No me sorprendería -dijo con franqueza- que veamos a personas vinculadas al crimen organizado participando en la próxima elección”, advirtió.
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El reto de evitar otra crisis
Casi al cierre del conversatorio, Omar Mariluz planteó una reflexión: “El Perú llegó a crecer 9% anual durante el segundo gobierno de Alan García, y hoy su potencial está por debajo del 3%. Esa es la factura de años de inestabilidad política”.
Los panelistas coincidieron en que el país aún tiene un enorme potencial, pero que su crecimiento está frenado por la desconfianza institucional.
“Podríamos estar creciendo al 6%, pero la incertidumbre política y la debilidad del Estado nos pasan factura”, remarcó Mariluz.
Para Aráoz, la salida pasa por recuperar la sensatez.
“Necesitamos un nuevo pacto de gobernabilidad, centrado en la justicia, la meritocracia y la disciplina fiscal. Si seguimos gobernando con improvisación, populismo y desconfianza, terminaremos pagando un costo mucho mayor del que ya hemos pagado”, concluyó.

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El foro dejó en claro que el 2025 será un año decisivo. El gobierno de José Jerí, surgido de una sucesión accidental, deberá sostenerse en medio de un Congreso impredecible y una ciudadanía desconfiada. A la vez, el país se prepara para unas elecciones que podrían redefinir —o profundizar— su crisis democrática.
Como sintetizó Augusto Álvarez Rodrich: “El Perú es como una película del Truman Show: seguimos actuando como si todo fuera normal, pero el set ya se está cayendo”.