
En los libros de finanzas personales suele repetirse una fórmula casi mágica: 50% del ingreso destinado a necesidades básicas, 30% a estilo de vida y 20% al ahorro. Pero en una economía como la peruana, marcada por la informalidad, la desigualdad de ingresos y la inestabilidad laboral, ¿es posible aplicar esa receta sin caer en la frustración?
Para responderlo, Gestión conversó con especialistas que coinciden en lo esencial: más allá de fórmulas universales, lo importante es conocer tu realidad económica, organizar tus gastos y ejercer control sobre ellos.
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“Ahorrar en el Perú es un lujo”
Para el economista Bill Gee, la famosa regla 50-30-20 refleja realidades de países desarrollados, con ingresos más predecibles y estabilidad laboral. “Ahorrar es un lujo. No es una decisión que el peruano promedio tenga a la mano”, advierte. En economías emergentes, agrega, el consumo suele primar por encima del ahorro.
“Uno debe armar su propio sistema”, sugiere. ¿Cómo? “Con un cuadro sencillo en Excel, donde se proyecten semanalmente los gastos indispensables: alimentación básica, transporte, pero no vestimenta, que debería estar en un segundo nivel (...) Salud debería ser un gasto imprevisto que uno debe precaver”. Para Gee, este tipo de organización aplica no solo a quienes ganan entre S/1,200 y S/2,500, sino también a quienes tienen mayores ingresos pero carecen de orden financiero.
Incluso desaconseja el uso frecuente de tarjetas de crédito para gastos diarios. “Si pagas el almuerzo con tarjeta y no cubres la deuda a fin de mes, generas intereses. Ello termina perjudicando las finanzas de la persona”, remarca.
Gee también advierte que no todo retiro de CTS o AFP califica como ahorro: “Si lo retiras para mandarlo a una cuenta bancaria, eso no es ahorro, es dinero disponible. Se gasta a la vista. Puede calificar como ahorro si uno transforma ese retiro del sistema previsional a un fondo de inversión de largo plazo”, señala.
“Planificación y control: las dos claves”
Desde otra mirada complementaria, el economista y docente Jorge Carrillo coincide: “La regla del 50-30-20 es general y aplica a promedios, pero los promedios a veces son engañosos. En el Perú hay una dispersión enorme de ingresos. Hay gente que gana mucho dinero y hay gente que gana muy poco”.
En ese sentido, propone un enfoque práctico: dividir los gastos en tres grandes bloques —vivienda y servicios, manutención del hogar y transporte— y analizar cuánto se destina a cada uno. Recién después, si queda algo disponible, pensar en “gustitos” como salidas o compras personales.
Pero eso no basta. “Hay que medir durante el mes si estás cumpliendo tu presupuesto. Si dijiste que gastarías S/400 en comida y al día 15 ya vas en S/250, toca ajustarte. Tengo que identificar cuánto gasto y en qué gasto, y luego tengo que controlar. Son dos palabras siempre: planificación y control”, señala.
Carrillo insiste también en el hábito: “Se puede vivir sin ahorrar, pero solo sobrevivir. Si no generas el hábito desde ahora, cuando ganes más, tampoco ahorrarás. No importa que ahorres aunque sea 10 soles al mes”.

¿Y la educación financiera? Desde el colegio
Ambos expertos coinciden en la necesidad de fomentar la educación financiera desde edades tempranas. Para Gee, incluso enseñar a los escolares a usar Excel y administrar sus propinas sería un gran avance.
“Que sepan cómo administrar sus propinas, cómo concebir el ahorro a través de estas y tratar de desmitificar. Porque por mucho tiempo se le ha llamado ahorro al ‘chanchito’ que uno le va insertando las monedas, los billetes, pero no es ahorro, porque es un dinero ocioso”, manifiesta.
Carrillo, por su parte, insiste en enseñar no solo a presupuestar, sino a planificar compras importantes con anticipación, para evitar gastos impulsivos y endeudamiento.
Fondo de emergencia y control del gasto
Para Jimmy Astocóndor, economista de Pacífico Business School, el enfoque financiero debe partir de un principio claro: en países en desarrollo como el Perú, el peso del gasto recae en necesidades básicas, y la posibilidad de ahorrar está condicionada a que estos gastos estén cubiertos.
“La regla del 50-30-20 solo es viable cuando al menos el 50% de los ingresos cubre todos los gastos fijos y necesarios”, explica. En ese sentido, propone una meta más realista: ahorrar al menos el 10% del ingreso neto, que el monto acumulado sea no menor a 3 veces el sueldo y destinarlo a un fondo de emergencia. Este fondo debe ser capaz de cubrir 6 sueldos mensuales, permitiendo a una persona afrontar una eventual pérdida de empleo o emergencia de salud.
Para quienes ganan entre el sueldo mínimo y S/2,000, por ejemplo, recomienda elaborar un presupuesto familiar que distinga entre gastos fijos y variables. Alimentación, vivienda, salud y transporte deben ser prioridad, mientras que entretenimiento y los llamados “gastos hormiga” deben monitorearse o incluso eliminarse. Según advierte, estos gastos pueden representar hasta el 25% del ingreso mensual si no se controlan.
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Entre sus consejos prácticos, resaltan:
- Separar el 10% del sueldo en una cuenta distinta a la que se usa habitualmente.
- Usar apps bancarias tipo “alcancía” que permiten que de manera mensual se debite de su cuenta dicho % que uno puede establecer.
- Planificar las compras con lista, movilizarse en transporte público y llevar comida desde casa.
Para Astocóndor, lo clave es construir un hábito que permita crear un patrimonio familiar con visión de futuro.

Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con especialidad en Periodismo, por la Universidad Tecnológica del Perú, con más de 12 años de experiencia en medios de comunicación. Actualmente escribo sobre política, economía y actualidad.