
En la primera mitad del año pasado los bancos reconocieron que atravesaban, en ese momento, por el ciclo crediticio más duro desde el 2008, con un mix nocivo de estancamiento de los préstamos y morosidad en nivel récord, ¿qué cambió desde entonces?
A ese punto crítico llegaron tras soportar una sucesión de choques, sobre todo locales pero también externos, que afectaron la actividad económica, los ingresos y la capacidad de pago del público. La mora, así, llegó a su fase más álgida en mayo del 2024, hasta el 4.5%, nivel ajeno al estándar de la banca peruana.
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Sin embargo, poco después, a inicios del tercer trimestre de ese mismo año, ese índice de atrasos en el pago de créditos tocó un punto de inflexión, como adelantó Gestión (25.11.2025). Desde ese momento se observa un descenso consistente que decantó en un hito en julio último, cuando se ubicó en 3.54%, su registro más bajo desde diciembre del 2020, según datos de la Asociación de Bancos (Asbanc).
Las vicisitudes para el sistema bancario iniciaron con la pandemia. Entre el 2020 y 2022 estas instituciones lanzaron varios programas para ampliar y reprogramar créditos, e incluso aprobaron periodos de gracia de 12 meses en medio de la crisis económica provocada por la emergencia sanitaria, refirió a Gestión Ronald Casana, representante del Colegio de Economistas de Lima.

Poca rigurosidad
“Fue entre el 2022 y el 2023 cuando comenzaron a caer la mayor cantidad de clientes en morosidad, por diversos factores: por cierres (de empresas), porque fallecieron los titulares del préstamo, entre otros”, comentó.
Según el economista, se colocaron en gran cantidad préstamos en el marco de los programas dirigidos a empresas Reactiva Perú y FAE-MYPE y “tal vez con muy poca rigurosidad en la evaluación”.
Entretanto, con la elección de Pedro Castillo en el 2021, recrudeció la incertidumbre en el entorno empresarial, lo que afectó la inversión privada, la generación de empleos y el poder adquisitivo. “La elección de un Gobierno que promovía un cambio en el capítulo económico de la Constitución hizo que las empresas estén en modo ‘wait and see’, esperar y ver”, dijo Arturo García, docente de Finanzas de Esan Graduate.
Luego, entre fines del 2022 y la primera parte del 2023, el estallido social surgido con la asunción presidencial de Dina Boluarte ralentizó la economía. Casi en paralelo arremetió el ciclón Yaku, que melló aún más la actividad, con mayor incidencia en el norte del país. El desenlace de estas adversidades fue la recesión del 2023, que recién se pudo remontar desde mediados del 2024.
Ajuste
En ese contexto, en el segundo semestre del 2023, las entidades financieras ajustaron sus políticas de crédito, es decir, comenzaron a evaluar a los clientes con mayor minuciosidad y a restringir la aprobación de solicitudes.
Estas políticas crediticias rigurosas seguirán con los sectores que impliquen más riesgo, y conforme se aproxime el proceso electoral.
De ese modo, a muchos usuarios, una vez que terminaron de pagar sus deudas, ya no les otorgaron más préstamos o renovaron líneas, según Casana.
Tales restricciones, concordantes con créditos mejor asignados, posibilitaron que disminuya la morosidad. Pero no es la única explicación.
Castigos
Además de las políticas de otorgamiento más rigurosas, las instituciones financieras aceleraron el castigo de préstamos morosos. Es decir, los eliminaron de sus balances tras asumirlos como pérdida –créditos que transfirieron a terceros, como empresas de cobranza–, para mejorar los indicadores de cumplimiento de pago, explican los analistas.
“Se mejoró la calidad del portafolio y se reperfiló la deuda que sí podía salvarse”, resaltó.
A lo anterior se suma el mayor ritmo de crecimiento económico en los últimos meses que viene aparejado de una mejora del empleo y de un consecuente aumento en la capacidad de pago de los clientes, según los especialistas.
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Comportamiento de pago
Esta tendencia fue corroborada por los bancos al presentar a inversionistas sus resultados del segundo trimestre. IFS, matriz de Interbank, resaltó la mejora del entorno macroeconómico y un comportamiento de pago más saludable de los clientes, mientras que Credicorp, –que tiene como principal subsidiaria a BCP– indicó que la mora continuó a la baja en todos los segmentos.
Otra de las razones del declive de la morosidad fueron los continuos retiros de fondos de AFP, los últimos de los que se han destinado cada vez en mayor medida al pago de deudas con el sistema financiero. Estos recursos seguirán influyendo en la reducción del índice de atrasos en la banca, pues Scotiabank prevé que 7.6% del monto liberado con el octavo retiro de AFP, o algo más de S/ 2,000 millones, se orientará a la amortización de deuda.

Impacto del ruido político
Los analistas consideran que en los próximos meses el índice de morosidad del sistema bancario seguirá en declive, pero aún no volverá a los niveles prepandemia, cuando se acercaba al 3%.
“(Por el ruido político) el crédito va a crecer menos (el resto del año) porque las personas y empresas van a ser más cautas. Las compañías van a ir midiendo o postergando, por ejemplo, sus planes de ampliación, aunque van a seguir solicitando préstamos para capital de trabajo”, afirmó Arturo García, de Esan.