Melange (Miraflores) no se ata a una sola tradición culinaria: no es peruana, oriental ni mediterránea. Cada plato es un viaje entre culturas. (Foto: Melange)
Melange (Miraflores) no se ata a una sola tradición culinaria: no es peruana, oriental ni mediterránea. Cada plato es un viaje entre culturas. (Foto: Melange)
Marissa Chiappe

(G de Gestión) Reseñar restaurantes es un oficio peculiar pero fascinante. Una de sus mayores virtudes es permitirte presenciar el nacimiento de proyectos y su evolución. No hablo solo del crecimiento en tamaño o del número de locales que un chef pueda abrir —aunque eso siempre beneficia a los inversionistas y a la economía—, sino de cómo se va definiendo una propuesta. Revisando la nota que escribí sobre Melange en su inauguración, recuerdo que Heine Harold me dijo: “Quiero que las personas encuentren platos creativos y diferentes. Recetas de todos lados, pero que no están en ninguna parte, algo que solo puedan probar aquí”. Me alegra ver que se mantiene fiel a esa visión. Ahora, al volver, encuentro una carta que sigue evolucionando en la misma dirección, sin dejar de sorprenderme.

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